La exclusión, ha sido interpretada como el claro síntoma del declive de la influencia española en los foros estratégicos internacionales, lo cual dicen fuentes gubernamentales ha creado bastante malestar en el entorno de Moncloa. ¿Qué quiere la banda de Albares a estas alturas del desastre e n el que se ha convertido sus extravagancias y desplantes prácticamente a todos los lideres con los que podríamos compartir intereses?
El historial de errores internacionales y diplomáticos de Pedro Sánchez ha marcado una etapa de incertidumbre para la imagen de España en el exterior. Las decisiones apresuradas y, en algunos casos, poco consensuadas con los principales actores políticos, han debilitado la posición del país en foros clave y han generado tensiones con socios históricos. Ejemplos como el giro inesperado en la postura respecto al Sáhara Occidental o la gestión de las relaciones con Marruecos y Argelia han evidenciado una falta de estrategia a largo plazo y han provocado críticas tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Además, la tendencia a actuar de manera unilateral en asuntos internacionales ha restado peso a la diplomacia española, provocando desconcierto entre los aliados europeos y dificultando la construcción de consensos sólidos. Este tipo de errores no solo afectan la percepción de España a nivel global, sino que también pueden tener consecuencias económicas y políticas que repercuten directamente en la ciudadanía. Es imprescindible que el Gobierno adopte un enfoque más prudente y dialogante para recuperar la credibilidad y el respeto en el ámbito internacional.
La realidad es que el deterioro de la presencia española en el contexto internacional se ha producido por una combinación de factores políticos, económicos y sociales. En primer lugar, la crisis económica que afectó a España a partir de 2008 redujo significativamente su capacidad de influencia, ya que el país se vio obligado a centrar sus esfuerzos en la recuperación interna y a disminuir su inversión en política exterior. Además, los cambios en el equilibrio de poder global, con el auge de nuevas potencias como China y la consolidación de Estados Unidos y la Unión Europea, han relegado a España a un papel más secundario en los foros internacionales.
Por otro lado, la fragmentación política interna y la falta de consenso sobre una estrategia clara de acción exterior han dificultado la proyección de una imagen sólida y coherente en el extranjero. Asimismo, el descenso en la cooperación internacional y la menor presencia en misiones diplomáticas y de ayuda han contribuido al debilitamiento de la posición española en el mundo.
Todos estos factores han provocado que España pierda relevancia en la toma de decisiones globales y en la defensa de sus intereses internacionales y de ello debería responder el peor de los gobiernos que nos gobierna como si esos fuese cosa de andar por casa, sin tener en cuenta los intereses de los demás y siempre tratando de hacer lo conveniente para un líder cuya única virtud es hablar ingles, pero que de lo demás, no tiene ni idea
