«Los galardonados de este año en ciencias económicas han demostrado la importancia de las instituciones sociales para la prosperidad de un país. Las sociedades con un Estado de Derecho deficiente e instituciones que explotan a la población no generan crecimiento ni cambios a mejor. Las investigaciones de los galardonados nos ayudan a entender por qué», afirma la Real Academia Sueca de las Ciencias en un comunicado.
Según ha explicado la Academia, los premiados han puesto el foco en aquellos territorios que han sufrido un proceso colonial. En este sentido, cuando los europeos «colonizaron grandes zonas del planeta», las instituciones de esas sociedades «cambiaron» de forma heterogénea dependiendo del lugar. «En algunos lugares, el objetivo era explotar a la población indígena y extraer recursos en beneficio de los colonizadores. En otros, los colonizadores crearon sistemas políticos y económicos integradores para beneficio a largo plazo de los emigrantes europeos», explica la Academia.
«Los galardonados han demostrado que una de las explicaciones de las diferencias en la prosperidad de los países son las instituciones sociales que se introdujeron durante la colonización. A menudo se introdujeron instituciones inclusivas en países que eran pobres cuando fueron colonizados, lo que con el tiempo dio lugar a una población generalmente próspera. Esta es una razón importante de por qué las antiguas colonias que antes eran ricas ahora son pobres, y viceversa», agrega.
En consecuencia, algunos países «quedan atrapados en una situación con instituciones extractivas y bajo crecimiento económico». Según los premiados, la introducción de «instituciones inclusivas» crearía «beneficios a largo plazo» para todos los miembros de esa sociedad, mientras que las instituciones extractivas «proporcionan ganancias a corto plazo a las personas en el poder». «Mientras el sistema político garantice que mantendrán el control, nadie confiará en sus promesas de futuras reformas económicas. Según los galardonados, por eso no se producen mejoras», añade la Academia. «Sin embargo, esta incapacidad para hacer promesas creíbles de cambio positivo también puede explicar por qué a veces se produce la democratización. Cuando existe una amenaza de revolución, las personas en el poder se enfrentan a un dilema. Preferirían permanecer en el poder e intentar aplacar a las masas prometiendo reformas económicas, pero es poco probable que la población crea que no volverán al viejo sistema en cuanto la situación se calme. Al final, la única opción puede ser transferir el poder e instaurar la democracia», sentencia la Academia.
Jakob Svensson, presidente del Comité del Premio de Ciencias Económicas, ha afirmado que «reducir las enormes diferencias de renta entre países es uno de los mayores retos de nuestro tiempo» y que los tres premiados «han demostrado la importancia de las instituciones sociales para lograrlo».
Acemoglu es un economista turco que ejerce como profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Por su parte, Johnson es un economista angloestadounidense que ocupa a cátedra Ronald A. Kurtz de Capacidad Empresarial en la Escuela de Administración Sloan del MIT. Por último, Robinson es profesor en la Universidad de Chicago y dirige el Instituto Pearson para el Estudio de Conflictos Globales en la misma universidad.
Pese a ser el premio más importante en esta materia, el Nobel de Economía no forma parte del legado de Alfred Nobel. El galardón fue establecido en 1968 por el Riksbank, el banco central sueco, coincidiendo con el 300 aniversario de la entidad. El premio fue concedido por primera vez en 1969, distinguiendo al noruego Ragnar Frisch y al holandés Jan Tinbergen. El galardón reporta un premio económico que en 2024 asciende a un total de 11 millones de coronas suecas (969.140 euros).