Parece pues, poco probable que el organismo que preside Christine Lagarde decepcione a los mercados dada la desinflación sostenida y los datos económicos desalentadores, como ya se reflejó en las cuentas de la reunión del 12 de septiembre difundidas la semana pasada, y cree ahora muy posible que recorte los tipos por debajo del 2% en este ciclo de relajación. Dado que es probable que el crecimiento de la zona euro se mantenga por debajo del potencial durante gran parte de 2025 y que la inflación se acerque al objetivo del 2%, espero que el BCE se mueva hacia un territorio de política monetaria estimulante, mientras que la Fed intenta mantenerse en un tipo neutral o ligeramente por encima para evitar reavivar la inflación en un contexto económico materialmente más fuerte en EEUU. De lo recogido en las actas de la última reunión del BCE, destacan las alusiones a la debilidad de la economía doméstica privada, estancada en líneas generales desde mediados de 2022; a que una presión salarial más fuerte de lo previsto sigue siendo uno de los principales riesgos al alza para la inflación; y a que la verdadera prueba para las futuras decisiones de política monetaria llegaría en 2025.
Respecto a las actas de la reunión de la Fed del 18 de septiembre, conocidas asimismo la semana pasada, hay que subrayar que, si bien se ajustaron en general al mensaje de la rueda de prensa posterior de Jerome Powell, varios miembros habrían preferido recortar los tipos en 25 puntos básicos (en vez de la rebaja aplicada de 50 puntos básicos). También a que los participantes hicieron hincapié la importancia de comunicar que la recalibración de la orientación de la política no debía interpretarse como prueba de unas perspectivas económicas menos favorables o como señal de que el ritmo de la relajación de la política sería más rápido de lo que los participantes consideraban la senda adecuada. Las actas no cambian, en general, las expectativas de reducciones graduales de los tipos hasta 2025, con el tipo objetivo de los fondos federales en torno al 3,5%. Así, sigue viendo un valor razonable para el bono del Tesoro estadounidense a 10 años en el rango del 4,25% al 4,5%.
En relación a los datos de IPC de septiembre en EEUU, el, énfasis ha de estar en cómo las tres categorías clave del IPC subyacente sorprendieron en diversos grados: la inflación de la vivienda se ralentizó considerablemente; la de los servicios (excluida la vivienda) subió al nivel más alto desde abril; y la de los bienes básicos, “quizá la mayor sorpresa”, repuntó tras haber estado en inflación cero o por debajo de ella durante 14 de los últimos 15 meses. Hay que esperar que los precios de los bienes se estabilicen en 2025, lo que significa que ya no reducirán la inflación total. Dependiendo del resultado de las elecciones estadounidenses y de la posible aplicación de aranceles sustanciales a las importaciones, podríamos asistir a una aceleración sustancial de la inflación de los bienes. Esto podría poner en entredicho la historia de la desinflación en 2025.
Esta semana estarán en el foco los datos de inflación del Reino Unido. Los mercados vigilarán atentamente la inflación de los servicios en busca de signos de desaceleración desde el elevado aumento del 5,6% registrado en agosto. También se conocerán las ventas minoristas británicas, y estadounidenses. Se espera que las primeras se debiliten ligeramente y que el grupo de control de las segundas, que excluye las categorías de gasto más volátiles, haya aumentado un 0,4% en septiembre, frente al 0,3% de agosto.
La debilidad económica de China volverá a evidenciarse en las referencias macroeconómicas que se publicarán esta semana con el mercado pendiente de que se concreten medidas de estímulo fiscal, para lo que la oportunidad más probable sería en torno a la reunión del Comité Permanente del CNP a finales de octubre. De momento se espera una desaceleración del crecimiento de las exportaciones en septiembre y que las ventas al por menor sigan flojas, ya que la confianza de los consumidores languidece justo por encima de mínimos históricos.
En Japón se difundirán los datos de inflación del último mes y, aunque es factible que las presiones sobre los precios hayan disminuido, los niveles seguirán siendo lo suficientemente elevados como para respaldar el optimismo actual de que el país ha escapado por fin a décadas de inflación indeseablemente baja. La nación asiática celebrará elecciones anticipadas para el 27 de octubre, convocadas por el recién nombrado primer ministro, Shigeru Ishiba, y es probable que la campaña del del Partido Liberal Democrático (PLD) que lidera prometa continuidad.