Y para desgracia de Sánchez, en estos momentos el mayor numero de papeletas esta en su mano, puesto que en unas elecciones como las del día 23 el Ejecutivo es el único que tiene en su poder ese taco de papeletas de realizaciones pendientes, de negativas hacia un lado u otro, de equivocaciones en decisiones de responsabilidad y claro está en cinco largos años de gobierno al estilo Sánchez dejan infinidad de temas abiertos susceptibles de ser utilizados en su contra o simplemente recordados, lo cual genera tensión y esta facilita los errores, tal y como se vio en el famoso cara a cara de Antena 3.
Pero con ser las peores circunstancias para la batalla electoral, los mayores riesgos a los que se enfrenta la candidatura socialista son sus propios errores, sus declaraciones equivocadas, sus contradicciones internas y como no podía ser de otra manera a sus propias y duras batallas internas que como ya es habitual en circunstancias parejas terminara por devorar a todo aquello que trata de ganar esta o aquella parcela, porque esa misma parcela tiene otros novios que también la desean y que lucharan a muerte por defenderla o tomarla.
Y es que la política española, tal y como se ha ido configurando en estos cuarenta y pico de años, es una actividad dependiente del que manda. El hace y deshace, nombra y cesa, premia y castiga; es decir, de él en persona, personalmente que diría el personaje de Montalbano dependen cientos y miles de puestos de trabajo que si se pierden las elecciones pasaran a estar ocupados por los miembros, simpatizantes y/o amistades del partido ganador. Eso supone una lucha por la subsistencia económica de un calado desconocido en otras latitudes. De ahí las guerras fratricidas en los partidos en los que el olor a derrota empieza a expandirse como la pólvora.
En ese ambiente es difícil trabajar, apretar los dientes y seguir trabajando, aunque todo se tiña de negro.