Así se desprende del informe ‘Perspectiva Mundial del Petróleo 2022’, un documento presentado este lunes en Riad, en el que recoge las previsiones a largo plazo sobre la evolución del mercado mundial de crudo. En dicho informe estiman un aumento del consumo de petróleo del 16% en las próximas dos décadas, hasta alcanzar los 116 millones de barriles en el citado año.
Este impulso vendrá de la mano de actividades como el transporte por carretera, la petroquímica y la aviación, siendo India el país donde experimente un crecimiento mayor, llegando a doblar el consumo hasta casi 12 millones de barriles diarios, seguido de China, donde se elevará en cuatro millones al día. En este contexto, la OPEP ha avisado de que la industria petrolífera mundial necesitará acometer inversiones por un volumen de 14 billones de dólares hasta 2045 o alrededor de 610.000 millones de dólares anuales de media y advierte de que una eventual falta de estos flujos de capital puede sembrar el «caos». Los llamamientos para detener las inversiones en nuevos proyectos petrolíferos son erróneos y podrían provocar un caos energético y económico», ha apuntado el secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el kuwaití Haitham Al Ghais, al tiempo que ha calificado como «vital» acometer estas inversiones. En concreto, consideran que el grueso de la inversión (11,1 billones de dólares) debe destinarse a la exploración, descubrimiento y producción del petróleo., conocido en la jerga como ‘upstream’.
Si bien anticipa un desarrollo «considerable» de las fuentes de energía renovables, vaticina que el crudo seguirá siendo la principal fuente en el ‘mix’ energético a nivel mundial con un peso que rondará el 30% hacia la mitad del siglo. No obstante, admite la necesidad de reducir las emisiones de efecto invernadero de forma continuada. «La captura, utilización y almacenamiento del carbono», entre otras tecnologías, «deberían desempeñar un papel clave en el futuro», subraya Al Ghais.
En estas circunstancias, la OPEP augura que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) emitidas por el sector energético se incrementarán de forma paulatina hasta 2035, cuando alcanzarían un pico de 35.700 millones de toneladas. Esto supondrá un 4% más con respecto a las estimadas en 2022, para comenzar a reducir de forma progresiva a partir de ese momento. Parte de este repunte de las emisiones se producirá en regiones concretas de Asia, África y América Latina como consecuencia del crecimiento demográfico y económico, mientras China y principales naciones industrializadas conseguirán reducir sus emisiones gracias al desarrollo y aplicación de tecnologías de captura de carbono y de fuentes de energía alternativas, incluidas la nuclear y el hidrógeno.