Así se desprende del último informe del Grupo de Finanzas Sostenibles de la Universidad de Oxford, ‘The Race to Replace: the economics of using renewables to free Europe from Russian gas’. Aunque los costes de inversión son significativos, una cantidad importante se podría recuperar durante los próximos 30 años a través de los ahorros al consumir menos gas natural. El estudio proyecta que el cambio del gas natural ruso por energías renovables supondrá un ahorro operativo de 238.000 millones de euros en dicho periodo, es decir, casi el 50% de la inversión adicional necesaria.
Antes de la invasión de Ucrania por parte del Kremlin, casi la mitad del gas europeo procedía de Rusia, mientras que a finales de 2022, la cuota se había reducido al 12,9%. Esta caída se ha compensado, principalmente, con un acusado aumento de las importaciones de gas natural licuado (GNL), en particular de Estados Unidos. La UE importó en 2021 (último año completo antes de la guerra) de Rusia el 40% del gas que consumió, el 27% del petróleo y el 46% del carbón, lo que se tradujo en 148.000 millones de euros en ingresos para Moscú. Ahora Bruselas aspira a prescindir de 100.000 millones de metros cúbicos (bcm) de gas ruso, de los 155 bcm que importó en hace dos años por tubo y barco -en forma de GNL-. Estados Unidos, Noruega, Catar o Argelia son ahora algunos de los proveedores con los que el Viejo Continente ha intensifcado sus relaciones.
«La transición del gas ruso a la energía limpia no solo es factible, sino que ofrece múltiples beneficios. Sustituir el gas natural por energía eólica y solar elimina la necesidad de de pagar por el gas en el futuro. Al eliminar la dependencia de la importación de un combustible fósil con precios y suministro volátiles, la UE puede aliviar los problemas de seguridad energética, abordar la crisis del coste de la vida a través de los costes energéticos y avanzar en sus objetivos de lograr cero emisiones netas y atajar la crisis climática», señala Gireesh Shirimali, coautor del informe y jefe de investigación en el Oxford Sustainable Finance Group.
La Comisión Europea (CE) ha ideado un plan para acabar con su dependencia de los combustibles fósiles rusos para 2030. Bautizado como ‘REPowerEU’ y basándose en el paquete de propuestas ‘Fitfor55’, Bruselas propone un conjunto de medidas para ahorrar energía, diversificar los suministros, sustituir rápidamente los combustibles fósiles acelerando la transición hacia una energía limpia en Europa y combinar «de forma inteligente» inversiones y reformas. En este sentido, el estudio de la universidad británica adelanta en dos años el objetivo del Ejecutivo comunitario.
«Las importaciones de gas de la UE procedentes de Rusia ya se han reducido en tres cuartas partes con respecto a los niveles anteriores a la invasión rusa de Ucrania. Sin embargo, gran parte de este gas ha sido sustituido por importaciones de otros países, lo que deja el suministro energético de la Unión vulnerable a futuras crisis geopolíticas y de abastecimiento y sigue alimentando el cambio climático», razona Lauri Myllyvirta, analista jefe del Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA).
CREA estima que la UE pagó 5.000 millones de euros a Rusia por gas en los primeros cuatro meses de 2023. «Este informe muestra que las soluciones para sustituir el gas importado por energía limpia no solo existen, sino que son económicamente favorables en comparación con la firma de contratos de GNL a largo plazo y caros o la inversión en nuevas infraestructuras fósiles», subraya Myllyvirta.
El Consejo y el Parlamento Europeo alcanzaron a finales de marzo un acuerdo provisional para aumentar la cuota de energías renovables en el consumo total de energía de la UE del 32% al 42,5% para 2030, con un complemento indicativo adicional del 2,5% que permitirá alcanzar el 45%, porcentaje que defienden países como España. Todavía debe ser refrendado, pero el objetivo es acelerar la integración de las renovables en sectores donde la incorporación ha sido más lenta, tales como el transporte, la industria, los edificios y la calefacción y refrigeración urbanas.
Para lograr una mayor cuota de energías ‘verdes’, los procedimientos de concesión de permisos serán más sencillos y rápidos. Según la ‘nueva’ Directiva sobre fuentes de energía renovables de la UE que se está negociando, estas se reconocerán como un interés público superior, al tiempo que se mantendrá un «alto nivel de protección del medio ambiente», según la propia Comisión. En las zonas con un alto potencial en materia de energías renovables y con bajos riesgos medioambientales, los Estados miembro establecerán zonas específicas con trámites «cortos y sencillos».
El informe también propone los cambios políticos necesarios para hacer posible esta transición. Según la Universidad de Oxford, es «fundamental» que se disponga de fondos públicos y privados para lograr el despliegue a gran escala de las energías renovables y las bombas de calor, así como políticas específicas de apoyo a los inversores, por ejemplo, mediante la mejora de las subastas de energía solar y eólica. Otro punto que resalta es la necesidad de incorporar al sector mano de obra cualificada. Según el Banco Europeo de Inversiones, la escasez de personal cualificado, sobre todo en el sector digital y de ingeniería, está frenando los proyectos ecológicos. Se calcula así que Europa necesitará 1,1 millones de trabajadores a tiempo completo en la industria solar para alcanzar el objetivo de 750 gigavatios (GW).
Por su parte, también pone en valor la importancia de la cadena de suministro. «Para asegurarse las materias primas, los módulos solares y los componentes necesarios, Europa debe apoyarse en los acuerdos comerciales existentes con proveedores clave, como India, Asia-Pacífico, Estados Unidos y China. Por ejemplo, más del 90% de la capacidad de fabricación en serie de muchas tecnologías estratégicas de energía limpia se concentra actualmente en China y en la región de Asia-Pacífico», apunta el documento.