Para empezar, su director técnico, Aparicio, se decantó por un páramo situado en la localidad de Medina de Rioseco, un lugar con unas condiciones perfectas para sembrar olivares de la variedad arbequina. “Pensamos que el clima castellano daría a esta aceituna matices herbáceos y maduros, así como un picor difícil de encontrar en otras zonas”. Así nació Pago de Valdecuevas, una empresa que, desde el principio, se marcó como objetivo elaborar un producto “diferente” de la máxima calidad.
Tres años después del inicio del proyecto, la familia decidió construir una almazara “para poder dar valor añadido a la calidad de nuestro producto”, convirtiéndose en la primera de la provincia de Valladolid. Situada en la propia finca, se encuentra equipada con la tecnología más moderna para reducir los tiempos de elaboración y producir un “AOVE completamente natural”.
El resultado son dos aceites de oliva virgen extra de una intensidad aromática superior al de los que se elaboran con la variedad arbequina en climas más cálidos, Pago de Valdecuevas y el exclusivo General Blake.
La pieza fundamental en el proyecto es el olivar. Tras un minucioso estudio de las condiciones climáticas y del terreno, decidieron ubicarlo en un pago a 850 metros de altitud rodeado de pinos y cipreses. El suelo posee una excelente estructura, porosidad y drenaje, lo que confiere al olivar unas características muy particulares. A esto, se suma el clima mediterráneo continental de la zona. Se caracteriza por grandes contrastes térmicos entre el día y la noche, especialmente en los periodos de actividad vegetativa, lo que potencia la calidad aromática del fruto.
Inicialmente se cultivaron 118 hectáreas de arbequina, una aceituna esférica y de bajo peso que en la actualidad sigue siento la variedad principal con una extensión que aumenta cada año. Se trata de una variedad que “se presta a las condiciones climáticas de la zona. Su porte abierto y reducido facilita la mecanización y da como resultado aceites de una excelente calidad muy apreciados a nivel internacional”. En la finca, convive con las variedades picual y manzanilla cacereña, cuyos olivos ocupan una pequeña zona del pago, pero cuyo fruto es fundamental en la obtención de General Blake, el aceite más exclusivo de Pago de Valdecuevas.
La principal premisa de Pago de Valdecuevas es el cuidado del consumidor por lo que se realizan constantes controles de calidad tanto en el campo como en la almazara. El objetivo es proteger la fruta y el aceite durante su extracción, almacenaje y envasado, para lo que utilizan los medios más modernos. La extracción se realiza en frío (menos de 20ºC) y, tras el filtrado por gravedad y el decantado por procedimientos naturales, el aceite se almacena en la bodega donde reposa en depósitos de acero inoxidable a una temperatura constante. El resultado son aceites de la más alta calidad y que capturan la esencia de la tierra.
Pago de Valdecuevas – AOVE 100% arbequina
Aceite que destaca por la intensidad aromática en una combinación de hierba verde y almendra. En el paladar, aparece también la cáscara de plátano. Es complejo, armónico y equilibrado.
General Blake – AOVE de picual, manzanilla cacereña y arbequina
Selección especial de tres variedades en honor al General Joaquín Blake, que luchó contra las tropas de Napoleón en el mismo lugar donde se encuentra el olivar. Su aroma es intenso y fresco y herbáceo con notas a hierba recién cortada, manzana verde y con un fondo de ciruela verde, tomate y tomatera. El paladar es fresco, limpio y con personalidad con recuerdos a hierba, hojas, alcachofas y espárragos trigueros. Se trata de un aceite con ligera astringencia, amargo, picante, equilibrado y largo en boca.
En sus primeros años de campaña, Pago de Valdecuevas fue reconocida con el premio internacional Mario Solinas, galardón conocido como “el Óscar de los aceites”. Otro importante reconocimiento llegó en 2021, cuando recibieron el premio al Mejor Aceite de Oliva Virgen Extra de España en la categoría “Frutado maduro” concedido por el Ministerio de Agricultura. Estos galardones reflejan el trabajo de la familia Martín Rodríguez. Ligados al sector agroalimentario de Castilla y León desde hace 40 años, son los responsables del éxito de las bodegas Valdecuevas, de la D.O. Rueda, y Finca Rodma, su proyecto más personal puesto en marcha en Ribera del Duero a finales de 2022.