Y ¿eso, como se explica? Pues parte de ello se explica por la evolución de las horas trabajadas, que aumentan menos que el empleo (es decir que el número medio de horas trabajadas por ocupado cae). Y en este contexto, el aumento del absentismo es una de las principales causas que explican la caída de las horas trabajadas por ocupado.
Sin embargo, es difícil imaginar que esa discrepancia entre la evolución del PIB y la del empleo se mantenga de forma indefinida. Si la perspectiva más probable para la economía es la de un crecimiento suave, de poco más del 1% interanual, al menos durante la primera mitad de 2024, parece evidente que lo más lógico es proyectar una moderación en el ritmo de creación de puestos de trabajo.
Junto a ello, se da la casualidad de que el paro registrado continúa descendiendo y además, lo hace a una velocidad mayor de la que sugeriría el contexto económico. Aun así, hay síntomas de que se va haciendo progresivamente más difícil bajar el número de parados. Por ejemplo, el paro juvenil está estancado desde hace dos meses. Dentro del grupo de jóvenes, el número de varones de menos de 25 años en paro subió en diciembre por tercer mes consecutivo; si se excluye el período de la emergencia sanitaria, no ocurría algo así desde 2012. Asimismo, el grupo de parados con “disponibilidad limitada”, que no se incluye dentro del paro registrado, acumula doce meses creciendo a un ritmo acelerado (+18,1% en diciembre).
Desde 2002, en todos los meses de enero, hablando en términos intermensuales, la afiliación siempre se redujo. En 17 de los últimos 22 eneros, la reducción intermensual fue de al menos 1%. De ahí que pueda estimarse un descenso hasta los 20,59 millones de afiliados (+2,5% interanual). En los últimos 22 meses de enero el paro registrado subió al menos 1,4% con relación a diciembre. De ahí que sea razonable proyectar un incremento mensual hasta 2,78 millones de parados registrados, en su definición restringida (-4,9% interanual).