Desde el Renacimiento y hasta el siglo XIX la cultura del coleccionismo concedió un papel relevante a las copias pictóricas. El Museo del Prado posee un considerable número de ellas al haber heredado una parte de las que pertenecieron a las Colecciones Reales y a las instituciones eclesiásticas desamortizadas.
Las razones por las que se atesoraron este tipo de obras fueron múltiples, desde la imposibilidad de poseer los originales de obras célebres, hasta su propio valor como testimonios del talento de copistas de renombre. Algunas llegaron a la Corona simplemente como regalos y otras fueron encargadas por esta para dejar constancia de obras importantes que iban a ser regaladas a otros. Por otra parte, cuando se instauró el sistema de formación en las academias, la copia de los grandes maestros fue impulsada como método esencial de aprendizaje para los artistas más jóvenes. Esta práctica cobró un gran auge, especialmente en el siglo XIX.
Bodas de Psique y Cupido Anónimo, copia de Giulio Romano (h. 1499-1546) Dp. de 1574. Óleo sobre lienzo La obra interpreta a escala reducida una escena de la fábula de Psique y Cupido pintada por Giulio Romano en el Palazzo de Mantua en 1526-28. Las diferencias con el original se aprecian sobre todo en la relación entre el fondo y el primer término y en el color. Estos cambios ponen de manifiesto que la copia se realizó a partir de un grabado —debido a Giorgio Ghisi— y no del fresco original.
La Sagrada Familia con san Juanito Luca Giordano (1634-1705), a partir de Rafael (1483-1520) 1675-80. Óleo sobre tabla
A lo largo de su carrera, pero especialmente en su juventud, Luca Giordano sorprendió a sus contemporáneos por su extraordinaria capacidad para imitar el estilo de varios grandes maestros del pasado. Aquí emula el de Rafael al reinterpretar con libertad la composición de su Virgen del Amor Divino. Como ponen de manifiesto las iniciales «RSV» (Rafael Sanzio de Urbino) en la zona inferior derecha, en la obra de Giordano hay una cierta intención falsaria.
El rapto de Ganímedes y La fábula de Leda Eugenio Cajés (1574-1634), copias de Correggio (1489-1534) 1604. Óleo sobre lienzo Los originales de Correggio que copian estas obras formaron parte de un ciclo sobre los amores de Júpiter para el duque de Mantua que tuvo una gran fama e influencia. Dos de ellos estuvieron en la Colección Real española hasta que en 1603 Felipe III se los regaló a su primo el emperador Rodolfo II. El propio rey los mandó copiar para guardar su memoria. La copia de la Fábula de Leda ha cobrado con el tiempo un valor especial, al documentar la posición de la cabeza de la princesa etolia en el original de Correggio, antes de la agresión que sufrió en el siglo XVIII, motivada por su supuesta lascivia.
Venus con los signos de Libra y Tauro, Saturno con el signo de Capricornio y Las Constelaciones Pietro Facchetti (1535/39-1619), a partir de Rafael (1483-1520) y Luigi de Pace (doc. 1516) 1602-3. Óleo sobre lienzo Los cuadros pertenecen a un conjunto de pinturas realizadas a partir de los mosaicos de los Siete Planetas que ejecutó Luigi de Pace en 1516 para la iglesia de Santa María del Popolo, según cartones ideados por Rafael. Los lienzos fueron un encargo del duque de Mantua, quien en 1603 los envió al duque de Lerma como regalo. El responsable de transportarlos a España fue Rubens, que en su correspondencia afirma que deberá restaurarlos a causa de los graves daños que sufrieron durante el viaje.
Cupido Eugenio Cajés (?) (1574-1634), copia de Parmigianino (1503-1540) 1604-5. Óleo sobre lienzo Al ciclo de los “Amores de Júpiter” de Correggio se le añadió tiempo después una quinta pintura debida a Parmigianino, con un Cupido de mirada seductora tallando su arco. Dicha obra perteneció a Antonio Pérez, secretario de Felipe II, y pasó tras su caída en desgracia a la Colección Real. Felipe III se la regaló junto con otras de la serie (también comentadas en esta sala) al emperador Rodolfo II, y mandó realizar esta copia para guardar memoria del original.
La Sagrada Familia del roble Luis Eusebi (1773-1829), copia de Giulio Romano (h. 1499-1546) y Rafael (1483-1520) 1821. Aguada de pigmentos opacos Las obras de Rafael y su escuela fueron las que dieron mayor fama al Museo del Prado en su andadura inicial. Prueba de ello es el interés por ellas de Luis Eusebi, primer conserje de la institución, así como autor de su primer catálogo y de esta copia. El dibujo muestra una enorme fidelidad y precisión, con una ejecución minuciosa que se corresponde con el ideario neoclásico del artista. Comparado con el original, el colorido resulta algo menos vivo, lo que se debe tanto al estado de la pintura entonces como al deterioro de esta copia.
Agostino Beazzano y Andrea Navagero Anónimo, copias de Rafael (1483-1520) 1530-50. Óleo sobre lienzo Los lienzos, inicialmente unidos, copiarían el doble retrato pintado por Rafael en 1516 (Roma, Galleria Doria Pamphilj). Su autor, seguramente veneciano, calcó el original para hacer un duplicado exacto, imitando también su factura pictórica. La obra debió dividirse apenas llegada a España, pues en 1686 las efigies ya figuran separadas en la Galería del Mediodía del Alcázar de Madrid.
La Adoración de los pastores Anónimo, falso greco 1900-30. Óleo sobre lienzo La renovada admiración por el Greco a finales del siglo XIX incrementó la demanda de sus pinturas y alentando la producción de falsificaciones y que copias antiguas de mala calidad se hicieran pasar por obras autógrafas. La costumbre del cretense de hacer variaciones en sus réplicas incitó a introducir en los sucedáneos fraudulentos 4 diferencias respecto a los originales. Sería el caso de esta obra, cuya radiografía reveló además una figura de época posterior a la del Greco
Diana y Acteón y Diana y Calisto Juan Bautista Martínez del Mazo (h. 1611-1667), copias de Tiziano (1485/90-1576) H. 1650. Óleo sobre lienzo. Martínez del Mazo, hábil en copiar a los grandes maestros y en imitar el estilo de Tiziano, hizo versiones en pequeño formato de los originales de estas dos pinturas (hoy en Reino Unido) para monarcas y nobles. Los primeros solicitaban duplicados de sus obras más preciadas para decorar sus palacios y los segundos para emular los gustos de sus soberanos.
Perseo y Andrómeda Anónimo flamenco, copia de Tiziano (1485/90-1576) 1580-1600. Óleo sobre lienzo La fascinación por Tiziano hizo que la copia de esta obra que muestra a Andrómeda siendo liberada de un monstruo marino por el héroe griego Perseo, una de las llamadas “poesías”, fuera solicitada repetidas veces en los siglos XVI y XVII por la nobleza española y algunas cortes extranjeras. Este duplicado a tamaño real, de factura ligera y minuciosamente ajustado a la escena, podría ser el encargado por Felipe II para sustituir al original (hoy en Londres), que había regalado a su secretario Antonio Pérez.
Venus vendando los ojos a Cupido Anónimo flamenco, copia de Tiziano (1485/90-1576) Siglo XVII. Óleo sobre lienzo Esta es sin duda una de las mejores copias antiguas que se conservan de un original de Tiziano (Roma, Galleria Borghese). De pincelada segura y suelta, está hecha atendiendo al conjunto y no a las partes, por un artista que, además de reproducir a escala real y con exactitud la composición, no esconde su propio estilo y sabe imprimir en ella su sello personal.
El Amor Sacro y el Amor Profano Manuel Ramírez Ibañez (1856-1925), copia de Tiziano (1485/90-1576) H. 1881-82. Óleo sobre lienzo La copia de obras maestras desconocidas en España era parte de la formación de los artistas pensionados en Roma en el siglo XIX. Los alumnos debían reproducir las escenas a escala real y captar en lo posible su técnica pictórica. En este lienzo, de factura rápida y segura, se transcribieron la pincelada y el color ambarino que tenía en aquella época el original de la Galleria Borghese por falta de restauración