En un acto del consejo de la república para conmemorar el séptimo aniversario del referéndum ilegal del 1-O, advirtió al Gobierno y a quienes en el secesionismo, e incluso en su partido, piden su jubilación de que «no tira la toalla ni la tirará nunca» para conseguir la independencia y de que la tan anunciada etapa de normalización política de Cataluña, proclamada por el Ejecutivo central y por el Govern de Illa, está lejos de ser una realidad. «No puede haber normalidad mientras tengamos que luchar con las manos atadas y con la amenaza permanente», afirmó. Se trataba de un acto ajeno a su partido, por lo que Puigdemont no entró al detalle en la negociación con el Gobierno para el techo de gasto y los Presupuestos Generales del Estado de 2025.
No hubo, por tanto, amenazas de tumbar iniciativas parlamentarias como el techo de gasto o los Presupuestos pero sí dejó algunas pinceladas, a modo de aviso, para navegantes. La primera: la ley de amnistía está bien y es un gesto (aunque él aún no se ha podido beneficiar de ella), pero considera que es «insuficiente» para «reparar el daño» que, a su juicio, infligió el Estado a los catalanes con las cargas del 1-O, los procesos judiciales contra los líderes del ‘procés’ y la intervención de la autonomía con la aplicación del artículo 155 de la Constitución. El expresidente de la Generalitat cree que «España debería hacer una reflexión y autocrítica» y pedir perdón por su actuación en octubre de 2017, empezando por el Rey, según el dirigente nacionalista, por el discurso que pronunció el 3 de octubre de 2017.