Así las cosas, el Gobierno sufre cada vez que desde Waterloo se dice o se toma alguna decisión. Así en la propia Moncloa reconocen que tiemblan cada vez que alguien anuncia declaraciones o los medios anuncian una entrevista con el prófugo.
No digamos nada cuando se rumorea que ente los independentistas y los populares hay algún que otro acercamiento o coincidencia en algún tema, entonces los nervios se aceleran aun mas. Puesto que los precedentes legislativos son coincidentes con las derrotas mas estrepitosas del gobierno de coalición. Además ese movimiento supone que cada día hay mas contactos entre los grupos y eso debilita aún mas la situación ya de por si enclenque de esa colación que gobierna y pone mas de manifiesto que quien gobierna no es Sánchez, sino el prófugo.
Esa afirmación, se ha colado ya entre las filas socialistas y son cada vez mas los críticos con la forma de gobernar del actual líder sanchista que, habiendo sido capaz de taponar las sangrías de afiliados, en los primeros años de gobierno en compañía de Iglesias, desde que este abandono la coalición ha visto, su deterioro y la caída de afiliación y colaboración de las agrupaciones es cada vez mas acentuada.
Este año, habrá elecciones en muchas de estos minúsculos núcleos clave de la presencia socialista en la vida española y ahí se reflejará cual es la situación del partido que hoy dirige Sánchez y en que condiciones podría afrontar la peor de las situaciones a las que se podría enfrentar en este año jurídicamente tan complejo para el presidente y su entorno y que nadie sabe cómo puede terminar, pero desde la debilidad cualquier cosa puede pasar.
Y en ese momento, Puigdemont volverá a ser la salsa de todos los guisos, una vez mas gracias a las concesiones que le ha ido sacando día tras día a nuestro hombre de La Moncloa, que eso si es experto en bajarse los pantalones porque de otra manera nunca podría haber llegado hasta donde esta.