Así lo ha dicho en una carta abierta en X firmada este sábado desde Waterloo (Bélgica), en la que ha defendido que «así como ir al exilio fue una decisión política, volver del exilio también lo es» casi siete años después.
«Hacía falta poder mantener la posición política y defenderse de la represión española en mejores condiciones de lo que no se puede hacer desde una prisión», sobre todo una cárcel española, ha dicho, y ha calificado de extraordinario el resultado del trabajo hecho desde el extranjero, sumado al trabajo del independentismo desde Cataluña.
Aun así, constata un «desgaste muy grande, sobre todo porque la represión del Estado se ha ido incrementando», si bien, a su juicio, ha servido para conseguir una ley de amnistía, entre otros logros. Puigdemont ve jueces dispuestos a incumplir la ley de amnistía, lo que ha definido como golpe de estado híbrido: «Sé que mi retorno puede comportar la detención y el ingreso en prisión, quién sabe por cuánto tiempo». Asegura que, si es así, nunca será «objeto de negociación» ni contribuirá a renuncias del independentismo.
Para él, si le detienen se demostrará que hay jueces que desobedecen la ley y que el Gobierno lo observará con «la indolencia del resignado», ya que ve al Ejecutivo central más interesado en la imputación de la mujer del presidente, Begoña Gómez, que en el incumplimiento de la ley de amnistía.
Y ha avisado: «Quien se crea que esto no tendrá consecuencias se equivoca». «Esta actitud antidemocrática y antiliberal de los aparatos del Estado no es intrascendente» en el proceso hacia una Cataluña independiente, ha añadido.
Considera que su detención habría que entenderla «en clave de confrontación contra un régimen demofóbico, y no de lamento o de victimismo», porque ve mucho trabajo por delante, y por eso ha pedido la unidad de los independentistas.
Y ha dejado claro que publica esta carta abierta después del ‘sí’ en la consulta de ERC para investir a Illa, no antes, para que no le acusaran de chantaje emocional ni de interferir en el proceso interno del partido.
También se ha referido a ERC al hablar de «campañas de desprestigio y ataques personales» que sufrió, como una campaña cuando, en las elecciones de 2017, anunció que volvería si le investían, pero el pleno en que le debían votar se acabó suspendiendo.
«Visto lo que hemos conocido con el escándalo de las campañas de guerra sucia organizadas por ERC, tengo pocas dudas de cómo se alimentó aquella campaña», ha criticado. «Un patrón que ahora nos encontraríamos con más intensidad», según él: cree que, si no regresa ahora, se pasaría de la comprensión inicial de que trabajara por la independencia desde el extranjero, evitando la cárcel, a una gran campaña de denigración personal.
Ante esas campañas, ha pedido «expulsar las malas artes y la toxicidad como tácticas de beneficios partidistas» y centrarse en recuperar a la ciudadanía decepcionada con la política. Lo ha dicho en alusión a gente que se abstiene, a la que está en otros partidos o a la que cree que «fórmulas simples y automáticas resolverán cuestiones enormemente complejas y cambiantes».