Acostumbrados a ser los gallitos del gallinero y mandar y ordenar a todos bicho viviente hacer lo que a ellos les conviene para así no perder las prebendas que unos y otros perciben puede, ojalá que no me equivoque, es posible que los socialistas hayan encontrado en su antiguo mamporrero la horma de su zapato.
Aldama no es un cualquiera y está acostumbrado a pelear en plazas complicadas, además de contar con recursos económicos para aguantar la presión y mantener una estructura de asesores que cubran sus necesidades, al menos durante unos cuantos meses y su defensa no es la primera vez que se enfrenta a este tipo de procedimientos.
Por otra parte, la actuación de la fiscalía y del juez, concediéndole la libertad en j as pocas horas hace pensar que la primera cuenta con datos mas que suficientes que amparan las afirmaciones expresadas en su declaración, de lo contrario no habrían accedido a su petición.
Así las cosas es fácil comprender el nerviosismo de socialistas y “colaboradores” de distinto color político por estar asociados a una corrupción que empieza a ser algo mas que una simple sospecha inducida por personajes como Ábalos y Koldo.
Estos dos personajes no dejaban de ser figurines o marionetas que no daban miedo a nadie y que podían, simplemente ser unos chorizos de provincia venidos a mas. Aldama es un peso pesado de la corrupción que, de momento, ha implicado a seis ministros y a parte de la cúpula del partido gobernante y sus acusaciones son de un calado notable.
Por lo tanto, estamos en una fase de reflexión y análisis político que puede justificar la rápida toma de posiciones de Feijoo y su oferta a terceros de apoyar una moción de censura. Se le podrá acusar de exceso de inocencia en el planteamiento, pero también hay que comprender que el oscurantismo de Sánchez y Cía. no es lo normal y honesto de la actividad política. En cualquier país sus mentiras y engaños le harían imposible ejercer como político y en algún momento habría que empezara a recuperar las buenas costumbres como ser honrado, no mentir, dar la cara, no ocultarse tras los demás y esas cosas que hoy están en el cajón del despacho de Sánchez en La Moncloa como si fuese mejor gobernar sin ellas.