Así las cosas, de vez en cuando los acontecimientos les superan, pasan por encima de sus cabezas y quedan al descubierto todos sus errores, defectos y miserias que día a día tratan de ocultar a la opinión pública con todo tipo de engaños y un enorme gasto en publicidad directa o encubierta, eventos aclamatorios que solo sirven para cuatro simpatizantes contumaces que creen en ellos porque normalmente comen gracias a ellos y así sucesivamente.
El problema es cuando los acontecimientos conllevan la muerte de ciudadanos y si son centenares de ellos pues pasa lo de Valencia que el responsable no quiere serlo y el que se hace cargo del problema llega tarde y los acontecimientos le superan, pero eso no evita que sepamos quienes deberían haberse hecho cargo de la gestión de este enorme y catastrófico desbordamiento.
Y la lista es muy sencilla:
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno; tras él. Carlos Mazón presidente de la generalitat valenciana. Inmediatamente después, Teresa Ribera, vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica; con ella Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska, ministros de Defensa e Interior, respectivamente.
Pero no nos podemos olvidar de Miguel Polo, presidente de la Confederación Hidrográfica del Júcar; Miguel Ángel López, presidente de la Aemet; así como de la delegada del Gobierno en Valencia, Pilar Bernabé, y a la responsable de la Dirección General de Protección Civil y Emergencias, Virginia Barcones; y el secretario de Medio Ambiente, Hugo Morán; y a la consejera de Justicia e Interior de Valencia, Salomé Pradas.
Como ven la lista es larga y los hay de toda clase y condición. Por ello sorprende el continuo ir y venir de reproches, acusaciones, publicación de correos o generación de manifestaciones contra unos y otros.
El intento de acusar a Mazon y sacar a los socialistas , amiguetes y descontentos a la calle solo demuestra que son estos los que provocan los escándalos los auténticos culpables,. El Gobierno lo tenía fácil, bastan con declarar la emergencia nacional y ponerse al frente del operativo. Al no hacerlo, ni él, ni sus ministros, ni tampoco la líder del PSPV tienen las manos libres para cargar contra Mazón y sus altos cargos, ni para pedir dimisiones. Porque Sánchez pudo dar la orden de desplazarlos de la primera línea y no quiso hacerlo por cálculo político.
Aunque la versión oficial hable de razones de «unidad, eficacia, respeto institucional y responsabilidad», es evidente que estamos ante una cobardía y cálculo político de Sánchez para sacar algún redito de la situación