Los contratos ‘fijos’ apenas conservan una sombra de su apariencia de fijeza. Y era ya así antes de la pandemia, cuando en 2019 apenas el 60% de los contratos indefinidos superaban el año de duración. Una proporción que, en 2022, y según la estimación de la ETT, se ha reducido a la mitad; es decir, apenas un 30% de los contratos indefinidos superarán el año de vida.
La ETT, cuyo negocio ha transformado hondamente la última reforma laboral al proscribir el uso indiscriminado del contrato temporal, interpreta que la nueva normativa ha obligado a las empresas a utilizar el contrato indefinido incluso cuando sus necesidades son temporales en relación al temporal.
“Al restringirse tanto la contratación temporal, en muchos casos se ha recurrido al contrato indefinido para cubrir necesidades temporales, lo que ha tenido como consecuencia el aumento en la mortalidad de la contratación indefinida”, señala en su último informe sobre el mercado laboral, donde se recogen estas estimaciones sobre la mortalidad de los contratos indefinidos. Tras la reforma estimamos que esta proporción se puede elevar por encima del 70%”, afirma, aludiendo a los contratos ‘fijos’ que no cumplirán un año de vida tras la reforma laboral del Gobierno de coalición.
En este sentido, Randstad, que prevé un crecimiento del empleo del 1,6% a finales de 2023, según la media prevista de afiliados a la Seguridad Social — y del 1,2%, en términos EPA —, abunda con más datos sobre la escasa duración de los contratos más estables, al tiempo que ofrece cifras sobre la evolución de distintas variables del mercado laboral. Sobre los contratos indefinidos la ETT constata que cerca de 400.000 personas vienen firmando más de un contrato indefinido cada mes; un 7% del total. Este hecho “refleja la proliferación de contratos indefinidos con una duración que se mide en solo unos días”.
Sin embargo, lo cierto es que hay varias circunstancias que podrían explicar el fenómeno, desde la firma de varios contratos a tiempo parcial, aunque indefinidos, por ejemplo de personas que trabajen por la mañana en una empresa y por la tarde en otra, de forma indefinida en ambos casos; hasta el caso de personas que, con un contrato fijo discontinuo, firmen contratos con diferentes empresas, a la espera de distintos llamamientos. Hay que recordar que la reforma laboral potenció el uso de este contrato fijo discontinuo, un contrato indefinido pero de actividad intermitente; hasta el punto de superar los 2,32 millones de contratos en 2022, un tercio de todos los indefinidos, como recuerda el propio informe.
La medición estadística de este contrato fijo discontinuo, que prevé períodos de inactividad durante los cuales los trabajadores no cuentan como parados, ha sido un debate continuo desde la aprobación de la reforma de 2021; y especialmente desde abril de 2022 cuando el cambio normativo desplegó todo su vigor. Así, aunque el Gobierno rechaza cualquier manipulación de los datos, que se siguen contando como siempre, lo cierto es que el auge del contrato fijo discontinuo aconseja ofrecer una visión detallada de cuál es la situación de los trabajadores al amparo de esta modalidad contractual (que ofrece muchas ventajas respecto a un contrato temporal), según coinciden muy distintos expertos.
Randstad elude la polémica, pero desliza en su informe que “es de esperar” que, en lo que se refiere al desempleo, “este año aparezca una discrepancia entre los comportamientos del paro registrado y parados EPA”, afirma en alusión a la encuesta de población activa, que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE). Independientemente, prevé que el paro rebase los tres millones de personas al cierre promediado de 2023, un 2,5% más que el año anterior; a pesar de que el empleo seguirá creciendo, un 1,2% según sus previsiones.
La consultora no explica si esta situación responderá a un crecimiento de la población activa; y tan solo menciona, en su lugar, la citada “discrepancia” prevista entre los datos de paro registrado y la encuesta de población activa. Con todo, el informe prevé un crecimiento de la tasa de paro, que pasará, según esta previsión, del 12,9% en promedio de 2022; al 13,1% previsto en 2023, igualmente en promedio. Medido en afiliación, el empleo crecerá una media del 1,6% en 2023, manteniendo la cifra de cotizantes por encima de 20 millones, según las previsiones de Randstad.
En cuanto a los autónomos, estima que descenderán apenas una décima al cierre del año, manteniéndose en un volumen de 3,3 millones de afiliados.
El informe recuerda por último que en 2022 se firmaron más de 7 millones de contratos indefinidos, casi 5 millones más que el año anterior; mientras cayó en seis millones el número de contratos temporales, desde los 17,3 millones de 2021; hasta los 11,3 millones de 2022 y concluye que sus previsiones son “coherentes” con el clima de recuperación tras la crisis económica ocasionada por la pandemia, pero también con el impacto que la guerra de Ucrania y la crisis energética ha tenido sobre la economía, como “nuevos condicionantes que perjudican claramente ese contexto de reactivación del mercado laboral”, sentencia.