Frente a los grandes proyectos de Stellantis (Citroen, Opel, Peugeot) o Volkswagen, que destinarán grandes inversiones para la producción de las celdas de las baterías, la compañía del rombo se limitará a su simple ensamblaje. La noticia de que Renault España ha entrado en el Perte del Vehículo Eléctrico y Conectado (VEC II) supone un prometedor cambio cualitativo en la estrategia de la firma, que circunscribía la tecnología eléctrica para las plantas francesas y dejaba a España con el desarrollo de vehículos híbridos.
Sin embargo, tanto la actividad como las inversiones conocidas no resisten la comparación con los proyectos que otros constructores van a acometer al calor de los Fondos Next Generation. Renault recibirá 3,4 millones de euros de un presupuesto subvencionable de algo más de 17 millones de euros para «el ensamblaje de baterías de vehículos 100% eléctricos» en Palencia y Valladolid. Es decir, no será la fabricación de las celdas de las baterías, sino el montaje de las celdas producidos en otros sitios.
Mientras, sus competidores más importantes ya han anunciado proyectos mucho más cuantiosos y significativos, como Seat en su planta de Martorell (Barcelona), con una inversión de 300 millones, Stellantis en Figueruelas, con 3.000 millones, Ford en Almussafes (188 millones) o Volkswagen en Sagunto (Valencia), con 3.000 millones de euros.
Desde Renault España, se destaca que estas inversiones abren la puerta a a que las plantas españolas puedan romper el monopolio de la tecnología del eléctrico puro que ahora tiene Francia. «Tanto Luca de Meo (CEO de Grupo Renault), como Josep María Recasens (director general de Renault España) siempre han mantenido que cuando haya suficiente demanda de vehículos eléctricos y el polo de Francia esté lleno y no sea capaz de asumir la demanda lógicamente la fabricación tendrá que extenderse fuera y España está haciendo sus deberes para estar preparada de la forma más competitiva. A eso responde la solicitud de estas ayudas».
En fuentes del sector se apunta a que Renault barajó la posibilidad de montar una planta con 400 millones de inversión para fabricar baterías y otros 75 millones para montaje y ensamblaje, que finalmente desechó.