Sin embargo, deberíamos preguntarnos si dicho rescate soluciona un problema de confianza o únicamente de liquidez, ya que, pese a que el rescate pueda suponer un parche en términos de liquidez, no soluciona el problema de trasfondo, el de confianza.
Las acciones del banco repuntan un 24% en los primeros minutos de cotización, recuperando gran parte de lo perdido en el día anterior tras el anuncio del presidente del Banco Nacional Saudí, Ammar Al Khudairy, que se negaba a aumentar su participación en la compañía añadiendo más capital, manteniendo su cuota en el 9,8%.
Lo de Al Khudairy nos llama la atención, puesto que apeló a motivos regulatorios el hecho de no aumentar su participación.
En palabras del inversor saudí, «Al superar el 10% de participación, entrarían en vigor todo tipo de nuevas reglas, tanto por el regulador europeo como por parte del regulador suizo y no estamos dispuestos a entrar en un nuevo régimen regulatorio.»
Sin embargo, más allá de un tema regulatorio, de fondo podemos ver una clara desconfianza incluso por parte de su mayor accionista. Esto se tradujo en pánico en el mercado por las posibles vinculaciones de Credit Suisse con otros bancos de Europa y Estados Unidos y el temido efecto dominó que podría causar en la economía debido a efectos colaterales.
Todo esto llevó al Banco Nacional de Suiza a garantizar los pagos de Credit Suisse de cara a sus depositantes, logrando solventar un problema de liquidez, pero no un problema de confianza, que es en realidad lo que ocurre de trasfondo con la firma bancaria suiza.
Es posible que este rescate evite la liquidación forzosa de activos, pero no evitará la huida de los depositantes, ya que ese fue el problema que ocasionó esta situación. Cuando pierdes la confianza en algo o en alguien, ya no vuelve.