Esta decisión mata dos pájaros de un tiro: por un lado, el precio recibido permite a Sabadell recuperar de largo la inversión realizada hace 10 años cuando compró la entidad y, de fondo, logra activar una operación defensiva justo cuando el BBVA ha confirmado que sigue adelante con la opa, con lo que la decisión del banco vallesano mete aún más presión al que preside Torres para forzar una mejora de su oferta.
Por tanto, TSB se confirma como el arma secreta de Banco Sabadell para intentar complicar la opa y elevar su precio. La idea de la entidad que preside Josep Oliu es que el dinero que pueda prometer a sus accionistas sobre esta venta si rechazan la opa y no acuden al canje forzaría a BBVA a garantizar este abono, lo que puede ser otra razón adicional para echarse atrás si, como espera el mercado, sigue sin elevar el canje de acciones.
Aunque la opa imponía a Sabadell el deber de pasividad -que implica que el consejo de administración tiene limitadas sus acciones para impedir el éxito de la operación-, va a jugar la baza de llevarlo a la junta de accionistas, que debe convocarse con 30 días de antelación. Así, el consejo de Sabadell llegará a la presentación de su plan estratégico con la propuesta de venta de TSB, que deberá ser sancionada por la junta para que tenga efecto.
Para Santander esta operación significa la constatación de que ha puesto en marcha un nuevo plan de expansión internacional, tras firmar la segunda gran operación corporativa en apenas dos meses. Con la primera, activó la desinversión del 49% del capital que mantenía en su filial polaca para lograr una liquidez de 6.800 millones de euros, que le han servido para poner sobre la mesa del Sabadell una mejor oferta que la de Barclays, su rival en la puja.
Con esta compra, la entidad que preside Ana Botín gana peso en el mercado financiero británico y con esta operación dejaría atrás su puesto como sexto banco por activos y el cuarto banco hipotecario del país- para acercarse al podio, ya que su tamaño de balance superará de largo los 300.000 millones de libras y pondrá en peligro la cuarta posición de Barclays en el ranking bancario de las islas. Además, esta compra consolida la presencia del banco español en Reino Unido y pone fin a las especulaciones de los últimos meses que apuntaban a una salida de este mercado por su poca rentabilidad para la entidad.