Y con ello espera ganar la batalla de Madrid que según él no es mas que la gran «multinacional ultraderechista», al entender que es lo que funciona en Madrid, porque ya se sabe, después de treinta años de no poder gobernar en Madrid el señorito don Pedro ha decidido que su admirado López lo va ha conseguir en un pis pas, como si eso fuese cosa de coser y cantar en unas circunstancias y en una circunscripción tan complicada y compleja para los socialistas incapaces de vencer a esa derecha ultrmontana con todo tipo de candidatos.
Pero Sánchez, que se declaró un «admirador incondicional» de López y crítica veladamente al anterior secretario general del PSOE, Lobato, al insinuar sus errores con un «los socialistas madrileños no necesitan defender el resultado, sino ganar el partido», de ahí el cambio de candidato. Candidato que saldrá a ganar porque «somos un partido de ganadores, nosotros no olvidamos a Ramón Rubial cuando dijo que las auténticas revoluciones se publican en el Boletín Oficial del Estado», señaló.
Y curiosamente eso lo dice un señor que ha sido incapaz de ganar una sola elección y ha llevado a su partido a una situación de debilidad parlamentaria prácticamente insostenible de la que se están aprovechando independentistas y nacionalistas como nunca lo hicieron.
Pero de eso no se habla en los mítines de Sánchez, en esa especie de sesiones de terapia lo que se dice, o al menos lo que insinúa el ocupante de La Moncloa es que los socialistas quieren «ganar para gobernar y para poder avanzar, por eso, necesitamos cuantos más alcaldes y alcaldesas socialistas a partir de 2027 mejor». De esta manera, añadió «podremos ir más rápido, de manera más intensa y más lejos si compartimos esos objetivos y no ponemos palos en las ruedas».
Luego, una vez, que se apagan las luces y se acallan los aplausos
lo que sale a la luz con la corrupción, los líos, los abusos del sanchismo y lo difícil que va a ser ganar si no se produce algún milagro o los populares se equivocan en algo muy gordo y les facilita el soñado triunfo.