Sin embargo, ni aún así. Sánchez ha tenido que escuchar los silbidos y gritos de «fuera» que le han dedicado algunos de los ciudadanos que se han acercado al acto.
No es la primera vez, ni mucho menos, que el presidente Sánchez es abucheado. De hecho, han sido ya unas cuantas y recientes como estas mismas navidades cuando trató de refugiarse en la localidad oscense de Cerler para esquiar junto con su mujer, Begoña Gómez. Pero ni los propios vecinos de la localidad querían su presencia en el pueblo. Incluso cuando acudió, junto al Rey Felipe VI, a Paiporta, tuvo que salir huyendo, lo que contrastó con la delicadeza y empatía con la que los Reyes permanecieron aguantando la tensión junto a los vecinos de las localidades devastadas por la dana.
Tampoco es la primera vez que se aleja al público de la presencia del presidente del Gobierno para evitar que sea abucheado. De hecho, hace ya años que los madrileños no pueden disfrutar plenamente del desfile del Día de la Fiesta Nacional, el 12 de octubre, debido a la distancia a la que se aleja al público del Palco Real.