Y es que a estas alturas de la película n o se puede hacer un discurso tan fatuo como el que ha desarrollado don Pedro, congratulándose de que, a diferencia de hace 40 años, Europa «no acaba» en los Pirineos, ya que el resto de países ven a España como «un motor esencial del proyecto europeo» con sus valores de «solidaridad, modernidad y tolerancia», siendo «una de las democracias más consolidas del mundo», con «una economía fuerte y equilibrada», además de con «empresas lideres en todos los sectores», desde el agroalimentario al tecnológico.
¿De verdad se cree nuestro jefe de Gobierno esas tonterias, o es que en lugar de hablar para diputados hechos y derechos, trata a estos como niños de primaria?
Pero no paran ahí sus simplezas, porque a continuación no se le ocurre otra cosa que soltar la siguiente sandez que no viene a cuento pero que a él le debía de sonar a gloria: «Si sumamos la pujanza del deporte español con la reciente victoria de Carlos Alcaraz en Wimbledon, a nuestras campeonas del mundo en fútbol y a la reciente victoria de ‘La Roja’ en la Eurocopa, pues podemos afirmar que España vive uno de los mejores momentos de su historia».
Y ya el sumun de la estulticia sanchista ha sido su reacción a
las quejas en la oposición, que no ha dado credibilidad a las afirmaciones del presidente del Gobierno, y este les ha respondido: «Bueno, ¿no se alegran ustedes de que logremos esos éxitos? ¡Protestan por todo”! Después, ha concluido diciendo que España «ya no es el vagón a la cola de Europa», sino «una de sus principales locomotoras».
Este es el nivel de toda un a sesión plenaria solicitada por su persona para presentar una ley de regeneración de la que no ha dicho nada, salvo una cuantas vaguedades y que una vez que pase el juicio de su señora y su hermano por corruptos quedara en el limbo de los sueños y morirá de inanición, porque solo sirve para hacer un poquito de ruido, alborotar al personal y poco mas.