La vicepresidenta económica sabrá finalmente este viernes si será ella quien ocupe tan codiciado cargo. Aunque en la Moncloa llevan dándolo por hecho desde que, la semana pasada, Bélgica pareció decantar la balanza en su favor frente a la danesa Margrethe Vestager. Sin embargo, Madrid tendrá que esperar más, no se sabe cuánto. Y tal vez en balde.
Se suponía que España debía aprovechar la Presidencia de turno de la UE para desatascar el proceso de selección de la sede de la Autoridad Europea contra el Blanqueo de Capitales, o eso pensaban los trabajadores de la delegación española en Bruselas. Sin embargo, la Presidencia española no ha movido una sola ficha al respecto, a pesar de que el Ayuntamiento de Madrid tiene puestas muchas esperanzas en convertirse en sede de la AMLA, una «oportunidad única para Madrid y para España», en palabras del alcalde, Martínez Almeida.
Madrid es la única gran capital europea sin una agencia de este calado, que supondría 500 puestos de trabajo directos de alta cualificación. La candidatura de la capital española, respaldada por la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Economía, partía como una de las favoritas. No en vano, España tiene una normativa puntera en cuanto a prevención y lucha contra el blanqueo de capitales.
Sin embargo, el Ejecutivo no ha metido el debate en el orden del día de ninguna de las reuniones del Consejo Europeo que se han celebrado bajo su Presidencia, en este semestre. Los días 14 y 15 de diciembre tendrá lugar la última, y la Autoridad Europea contra el Blanqueo de Capitales tampoco figura entre los temas, según ha podido saber El Debate. «La Presidencia española tiene las prioridades muy claras, y ésta no lo es», lamentan fuentes comunitarias en alusión a lo único para lo que ha tenido ojos Sánchez: la candidatura de Calviño. «España podía haber metido toda la prisa y no lo ha hecho. Podía haber metido este punto en la agenda y no lo ha hecho», añaden.
El proceso de selección lleva encallado desde primavera por desavenencias entre el Consejo Europeo y la Eurocámara
El plazo de presentación de candidaturas se cerró el pasado 10 de noviembre, pero el proceso de selección lleva encallado desde primavera por un tira y afloja entre el Consejo Europeo (el que reúne a los jefes de Estado y de Gobierno de la UE) y el Parlamento Europeo. El Consejo quiere elegir la sede en solitario, al margen de la Eurocámara, y la Eurocámara quiere participar de la elección para despolitizarla y que realmente gane la mejor candidatura.
La desconfianza del Parlamento radica en que los jefes de Estado y de Gobierno de la UE tienen por costumbre cambiar nombramientos y sedes como el que cambia cromos: yo te apoyo para esto; tú me apoyas para aquello. De hecho, en las últimas semanas han circulado por las instituciones comunitarias rumores acerca de que Sánchez habría ofrecido a Emmanuel Macron ceder la agencia antifraude a París a cambio de que Francia apoye a Calviño para el BEI (el país vecino aún no se ha pronunciado en público). El runrún llegó al Ayuntamiento de Madrid y los responsables de la candidatura preguntaron abiertamente al Ministerio de Economía por su veracidad, pero desde el equipo de Calviño lo negaron.