Así, en la replica final de su balance del semestre español no ha con testado a ninguna de las preguntas pero si ha sido directo y contundente contra sus enemigos que en Europa son los mismos que España, Vox y PP.
A los primeros los ha comparado de manera indirecta con el nazismo al relacionarlos con el franquismo, una manipulación evidente cuyo fin era sonrojar a Weber -de origen alemán- y utilizar el argumento para intentar desviar el foco de atención.
Sin embargo no ha podido frenar el cada mes mas claro descontento de los eurodiputados que han terminado abucheándolo
al grito de «Go home!» mientras que la otra parte resto del hemiciclo aplaudió lo más fuerte que pudo para ahogar los gritos del resto.
Y claro esta. Puigdemont ha sido otro de los protagonistas de la jornada, se mostró sumiso, casi minúsculo. Tuvo que hablar español, algo que señaló como una ofensa por no poder comunicarse en su «lengua materna». Pero aprovecho sus minutos para recordarle a un Sánchez claramente molesto que no cumplir puede conllevar la ruptura de los acuerdos, haciendo clara referencia al no logro de que en el Parlamento Europeo se pueda hablar en catalán, primer acuerdo para apoyar a Sánchez en su investidura.
Si a este cierto malestar del líder catalán se unen las exigencias que sus esbirros ponen sobre el tapete en el Congreso de los diputados la situación del hoy presidente del Gobierno español no es nada confortable y si, cada vez mas volátil.
El tiempo dirá hasta donde son capaces, unos y otros, de estirar la goma sin que se rompa