Hace justo un año, los líderes de PSOE y PP se reunieron en el Congreso con una decena de asuntos a tratar en el orden del día. Acordaron reformar la Constitución para reemplazar el término “disminuido” por el de “persona con discapacidad” en su artículo 49, y desencallaron las negociaciones para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) al involucrar a la Comisión Europea como “supervisora”.
Las fotos de aquel encuentro, distendido y con tono institucional, contrastan con la coyuntura actual. La ruptura es total y los dirigentes de los dos principales partidos no despachan de nada. Ni una conversación informal en los pasillos del Parlamento, ni una llamada, ni un WhatsApp. Tampoco un mero saludo. Su relación pasa por el peor momento y ninguna de las dos partes amaga con darle la vuelta a la situación.
De hecho, fuentes gubernamentales confirman que Sánchez no tiene intención alguna de llamar a Feijóo y reconducir las relaciones en el contexto actual. Los casos judiciales del Gobierno han hecho mella y La Moncloa censura que Feijóo haya dado credibilidad a las acusaciones del presunto comisionista de la trama del ‘caso Koldo’, Víctor de Aldama. Tampoco ha ayudado que el PP de Madrid diera el paso de citar a Begoña Gómez, la esposa de Sánchez, a la comisión de investigación de la Asamblea de Madrid y todavía no descartan llamarla al Senado.
La posición es idéntica en Génova, que considera intolerable que Sánchez no llamara a Feijóo durante la catástrofe provocada por la dana del pasado 29 de octubre para informarle de los estragos de la tragedia, que se saldó con al menos 231 fallecidos, 223 en la Comunidad Valenciana, donde aún hay tres desaparecidos.Tanto en Moncloa como en Ferraz sentó muy mal que los ‘populares’ intentasen frenar la candidatura europea de la exvicepresidenta Teresa Ribera, quien finalmente fue designada como número dos del Ejecutivo comunitario pese al voto en contra de los ‘populares’ europeos.
La ruptura es total y no tiene precedentes. José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, por ejemplo, estuvieron año y medio sin reunirse –entre 2008 y 2010–, pero en todo momento mantuvieron vivo el diálogo y se telefonearon cuando Al Qaeda secuestró en 2009 a tres cooperantes españoles en Mauritania. El propio Rajoy tenía también la costumbre de celebrar un encuentro al año con Sánchez. Y en los primeros años de la democracia, Felipe González y Manuel Fraga se veían aproximadamente una vez al mes como prometió el expresidente socialista.
El último desencuentro entre ambos mandatarios se produjo el Día de la Constitución. Sánchez y Feijóo ni se saludaron y desde el Ejecutivo insistieron en que los ‘populares’ “sólo están en provocar, en lugar de en construir”, y aseguraron que se dedican a “frenar todas las iniciativas” que intenta sacar adelante el Gobierno en la Cámara Baja.
Por parte del PP, Feijóo lamentó que el presidente del Ejecutivo esté dispuesto a “inculcar el virus de la destrucción constitucional” por “un puñado de votos” que le garanticen La Moncloa. Según el líder de los ‘populares’, Sánchez es el que “más ha atacado” la Carta Magna con la amnistía a los líderes del ‘procés’, la “ocupación” de las Cortes Generales o sus ataques al Poder Judicial. Unos desencuentros que acrecientan la distancia entre ambos dirigentes en una legislatura a merced de los votos del independentismo.