El éxito de la huelga médica nacional de cuatro días, que está siendo secundada por más del 80% de los profesionales que trabajan en hospitales y más del 60% de los de Atención Primaria, parece haber obligado a la ministra a dejar de mirar para otro lado y afrontar la crisis que ha provocado con la su reforma del Estatuto Marco.
Ayer, coincidiendo con el inicio de la huelga y de las múltiples y multitudinarias manifestaciones en la mayor parte de las ciudades de España, García reiteró su defensa del borrador, asegurando que su departamento había incorporado al texto «todas las reivindicaciones» que son de su competencia, y echando la culpa a gobiernos y ministros anteriores por «los malestares que llevan acumulados los profesionales de hace tantos años».
Respecto a la posibilidad de que los médicos tengan un estatuto propio, la opinión de la ministra no ha cambiado ni un ápice desde el principio. Considera que el Estatuto Marco «debe convertirse en una norma común para todos los profesionales que trabajan en los centros del Sistema Nacional de Salud, independientemente de su categoría». «Esta unidad es una condición necesaria para evitar desigualdades arbitrarias, facilitar la movilidad profesional, mejorar la planificación de recursos humanos y consolidar una cultura compartida de servicio público», defiende.
Además, se lavó las manos respecto a las reclamaciones más importantes de la profesión médica, como las relacionadas con retribuciones, plantillas, condiciones laborales o jubilaciones anticipadas, señalando que «corresponden a las comunidades autónomas, que tienen la gestión de los recursos humanos». «La mayoría de las reivindicaciones que han quedado vivas están en el tejado de las comunidades autónomas», esgrimió.

