Los principales impulsores de la demanda serán la aceleración de la digitalización, la automatización industrial y la mayor necesidad de semiconductores avanzados para soportar el crecimiento de la inteligencia artificial y los vehículos eléctricos.
Se prevé que la producción de componentes y placas electrónicas se desarrolle al 4,4% en 2025 y 7,7% en 2026. En el caso de los semiconductores, se espera que la tasa supere el 10% anual en los próximos años, impulsada por el auge de la IA. Los chips de alta potencia tendrán un papel importante como motor de este crecimiento.
Tanto Estados Unidos como la Unión Europea o Asia tienen como objetivo estratégico la expansión de la producción de los semiconductores debido a su alto valor añadido y sólidos márgenes. Recientemente, en las tres zonas se han aprobado legislaciones para apoyar el crecimiento de la producción propia. La aceleración de la digitalización, la automatización industrial y el aumento de la demanda de semiconductores avanzados por parte de nuevos segmentos en crecimiento como la IA y los vehículos eléctricos contribuirán a que las TIC se conviertan en uno de los sectores de más rápido crecimiento de la economía global.
El buen desempeño del sector no está exento de riesgos a la baja. Debido a las tensiones entre Estados Unidos y China, las distintas Administraciones estadounidenses han mantenido la imposición de normativas para impedir que las empresas chinas adquieran tecnologías y equipos de fabricación de semiconductores ya que perciben el liderazgo en la alta tecnología como un activo estratégico. Un mayor deterioro de esta relación comercial podría afectar negativamente a las cadenas mundiales de suministro. Además, el creciente nacionalismo de los chips, podría dar lugar a procesos de producción ineficientes y al aumento de los costes de producción. Una escalada de las actuales tensiones en el estrecho de Taiwán también podría afectar gravemente a su suministro.
La Unión Europea ha aprobado leyes de apoyo a la industria local de semiconductores y a la producción de chips de gama alta. La Ley de Chips de la Unión Europea prevé invertir 43.000 millones de euros en la producción e investigación local de semiconductores con el objetivo de reducir la dependencia de las importaciones de Asia y alcanzar una cuota del 20% de la producción mundial de chips en 2030. Sin embargo, las estimaciones actuales sugieren que este objetivo esté fuera de su alcance, limitado por las subvenciones y las desventajas de localización en comparación con Asia.