A esta cifra se suman otros 64.950 millones correspondientes al patrimonio de los planes de pensiones administrados por entidades aseguradoras, que también registran una mejora interanual del 3,4%. En conjunto, el volumen gestionado por las aseguradoras alcanzó los 279.969 millones al finalizar junio (+3,4%). Destacan los seguros unit-linked, cuyo patrimonio bajo gestión creció un 6,71%, hasta los 27.544 millones, y los capitales diferidos, que elevaron sus provisiones técnicas un 6,59%, situándose en 51.947 millones, mientras la conversión de patrimonio en rentas vitalicias ascendió a 2.481 millones de euros (+3,8%).
Las rentas vitalicias y temporales, por su parte, aumentaron un 2,47%, hasta los 96.375 millones, al tiempo que los planes individuales de ahorro sistemático (PIAS) se incrementaron un 1,51%, llegando a 15.450 millones. En cuanto al resto de productos, los planes de previsión asegurados (PPA) sufren un recorte del 4,9%, quedando en 10.145 millones, y los seguros individuales de ahorro a largo plazo (SIALP) descienden un 2,08%, hasta los 3.543 millones. Por último, los ingresos por primas del negocio de vida riesgo se situaron en 3.181 millones con un repunte del 6,37% respecto al año anterior.
Por entidades, VidaCaixa se mantiene líder con 79.000 millones de provisiones técnicas con el que amplía su cuota de mercado al 36,75% frente al 36,64% que contabilizaba al cierre de marzo. Le siguen Santander Seguros, que sobrepasa los 16.000 millones, un 3,66% más, así como Mapfre, que cosecha un incremento similar y cierra con 13.800 millones. El grupo suizo Zurich logra un impulso del 11,2% al calor de la alianza con Banco Sabadell y llega a 11.300 millones que le colocan en la cuarta posición de la clasificación, por delante de Grupo Mutua, cuyas provisiones crecieron un 5,86%, hasta los 11.100 millones.
El informe elaborado por Mapfre Economics proyecta un crecimiento del 12% para el segmento de vida de cara a este 2025, mejora que se sustentará en el buen comportamiento de los productos de vida-ahorro. Por sus características, se trata de un producto sujeto a las condiciones comerciales que aplica la banca, por lo que cualquier subida o bajada en la rentabilidad al calor de la evolución de los tipos de interés puede provocar cambios en su demanda. Durante el ciclo de subidas de los tipos de interés el sector bancario se centró en potenciarlos frente a los depósitos, con intereses menos atractivos, de ahí la evolución creciente de los últimos dos años