Las veinte profesiones más demandadas sumaron 8,85 millones de contratos en 2024, el 57,4% del total, aunque el grueso se concentra en las seis primeras, que suman 5,567 millones, el 37%, encabezadas por los camareros, que acumulan 1,58 millones de contratos. Se da la paradoja de que es el único oficio de esta lista grupo que crea más puestos indefinidos que temporales, con un 52,03%, aunque la mayoría son a tiempo parcial o fijos discontinuos. Sin embargo, el 31,7% de los contratos con camareros fueron eventuales que duran menos de siete días. En el caso de los puestos solicitados por los parados, las proporciones son similares. Las 20 ocupaciones más demandadas fueron solicitadas por el 53,3% de los parados, 1,36 millones, si bien el bien el grueso se concentra en las seis primeras, buscadas por casi un millón de personas. Algo llamativo en un momento en el que varios sectores alertan de cientos de miles de puestos por cubrir. Aquí existen dos importante variables a tener en cuenta: el género y la edad.
Mientras el 93% de las personas que solicitan un trabajo de limpiadoras son mujeres, el porcentaje se desploma al 2,7% en el caso de los peones de la construcción y al 0,6% entre los albañiles.
Por otro lado, la brecha de edad entre desempleo y contratación es notable. El 57% de los parados registrados superan los 45 años, y el 33% los 55 años. Sin embargo, solo un 27% de los contratos tiene más de 45 años y apenas un 9% superan los 55 años. Algo que contribuye a explicar el estancamiento del paro en esas franjas de edad.
Un análisis de las síntesis elaboradas sobre los datos de 2023 y 2022 arroja escasas variaciones, pese a la intensa reducción en ese tiempo tanto del paro como de la contratación. La reforma laboral ha reducido la firma de contratos, pero no ha alterado sustancialmente su distribución.
Lo mismo se puede decir de los desempleados y su demanda de puestos de trabajo: menos personas buscando empleo, pero lo hacen en las mismas actividades. Un estancamiento que puede explicar las dificultades de la economía española para reducir la tasa de desempleo a niveles previos a la crisis financiera, pese al intenso momento de crecimiento económico y creación de empleo que nuestro país aún disfruta mientras en el resto de Europa se registran síntomas de enfriamiento. Una paradoja difícil de atajar en un país en el que el de la evolución de la oferta y demanda de mano de obra quedan cada vez más alejadas.