Estas cifras ocultan una enorme incertidumbre: la escalada geopolítica en Ucrania y Oriente Medio es una posibilidad clara que afectará a los flujos comerciales; el deterioro de la economía china y la reacción de Beijing ha sido uno de los elementos clave de 2024 y podría volver a serlo en 2025; y, lo que es más importante, Donald Trump inicia en enero su segundo mandato como presidente de Estados Unidos tras una campaña dominada por la retórica de “América first”. Cualquiera de estos factores podría desbaratar las previsiones de crecimiento mundial. Al mismo tiempo, hay razones para un optimismo prudente. En este artículo, intentaremos profundizar en el turbulento panorama económico a medida que se acerca el nuevo año.
El efecto Trump
¿Qué hará ahora Donald Trump? Tras la clara victoria en las elecciones presidenciales de Estados Unidos y la mayoría republicana en ambas cámaras, esta parece ser la pregunta más acuciante de todas. El presidente Trump parece tener vía libre. La rápida implementación de sus promesas de campaña en torno a los aranceles, las deportaciones y la desregulación podría tener un impacto significativo en la economía global. Pero, ¿se traducirán estos anuncios de campaña en acciones concretas?
Trump ciertamente aireó algunas propuestas extremas durante la campaña, pero la suposición en este momento es que no todas serán implementadas, y las que lo sean pueden no serlo en su totalidad o de inmediato. Por ejemplo, el arancel general del 60% sobre las importaciones chinas no parece realista, a pesar de las promesas de campaña. Lo mismo ocurre con los tres millones de deportaciones de inmigrantes indocumentados,
La retórica de línea dura de Trump podría chocar rápidamente con la cruda realidad económica. Es probable que la comunidad empresarial se oponga a aranceles generales que podrían provocar una guerra comercial perjudicial, mientras que deportar a millones de trabajadores podría amenazar la viabilidad de miles de empresas. Cualquier futura subida de los precios del consumo tendría muy mala acogida entre los votantes.
Ha ganado las elecciones cómodamente, pero habrá algunas limitaciones a sus acciones. Por esa razón, aunque es muy probable que haya algunos nuevos aranceles, estos pueden estar dirigidos a sectores específicos y ser menos impactantes de lo que sugieren las promesas de campaña.
¿Un impulso de Trump al comercio?
Aun así, Trump recurrió a la amenaza con aranceles durante su primera presidencia y es casi seguro que volverá a hacerlo. Las advertencias podrían darse en 2025 seguidas de su aplicación en 2026 y un aumento gradual de los costes.
Paradójicamente, la amenaza de aranceles puede impulsar el crecimiento del comercio el año que viene. En la medida de lo posible, las empresas adelantarán sus importaciones a la segunda mitad de 2025 para superar cualquier nuevo arancel que se espera que entre en vigor en 2026.
La política fiscal de Trump también puede impulsar el comercio, al menos a corto plazo. Ha prometido recortar algunos los impuestos y reducir la carga regulatoria en toda la economía. Es probable que estas medidas estimulen el crecimiento de la economía estadounidense y que, en ausencia de nuevos aranceles, impulsen los volúmenes de importación.
Esto, a su vez, estimulará el comercio mundial. Pero un recalentamiento de la economía presionaría sobre la inflación. La inflación subyacente y la de los servicios siguen siendo relativamente altas en Estados Unidos, y a la primera señal de aumento la Reserva Federal actuará. Eso podría significar que los tipos de interés estadounidenses se mantengan más altos durante más tiempo.
Al menos de momento, las previsiones de crecimiento de la economía estadounidense para los próximos 12 meses se sitúan en torno al 2,6%, cerca de la media mundial.
Panorama mundial
Por lo demás, es probable que los países emergentes de Asia vuelvan a superar la media mundial de crecimiento en 2025, aunque la cifra del 4,4% prevista para Asia y el Pacífico representa un ligero descenso con respecto a este año. Este se debe a la vacilante economía china, que se prevé que crezca en torno al 4,4% en 2025, muy por debajo del actual objetivo gubernamental del 5%. Economías de alto rendimiento como India y Vietnam soportarán parte de la presión, con un crecimiento previsto de entre el 6% y el 7%.No es realista esperar que China registre el tipo de crecimiento del 10% al 12% que hemos visto en el pasado. Un problema concreto al que se enfrenta es el envejecimiento de la población. Eso significa que China se está perdiendo el beneficio del crecimiento de la población que India está disfrutando actualmente.
Beijing ha propuesto un paquete de medidas para impulsar el crecimiento, que incluye tipos de interés más bajos, hipotecas más baratas y dinero extra para proyectos de inversión locales. En los próximos meses se verá si ha actuado con suficiente rapidez y decisión. En términos más generales, varios países de Asia-Pacífico se encuentran actualmente atrapados en la trampa de la renta media, que el Banco Mundial describe como una situación en la que los países de renta media “se enfrentan a serios vientos en contra relacionados con el crecimiento económico, la competencia salarial y la innovación”. China e India forman parte del grupo de más de cien países atrapados entre el estatus de renta baja y alta.
El reto es salir de esa trampa, y para ello se necesita Inversión Extranjera Directa, una mano de obra formada y un crecimiento sostenido de la productividad. Vietnam es un país que lo está haciendo bastante bien en este sentido, al estar abierto a las economías de Oriente y Occidente.
El problema con Europa
Entre las demás regiones económicas, es probable que la Europa Oriental emergente y América Latina igualen las medias mundiales de crecimiento en 2025. Pero el verdadero problema es Europa Occidental.
El escaso crecimiento en la zona euro está lastrando las previsiones para las economías avanzadas. En parte es consecuencia de fuerzas externas, pero también hay retos internos. La UE debe centrar sus esfuerzos en aplicar reformas que fomenten el crecimiento. Eso podría incluir la reducción de la regulación y fragmentación de los mercados financieros en particular y el fomento del dinamismo y la innovación en la economía.
Invertir en investigación científica e I+D debe ser una prioridad, para cerrar la brecha de innovación con otras economías. También pueden ser necesarias reformas del mercado laboral. La mayoría de los economistas prevén una actividad más intensa en la eurozona el año próximo, aunque el crecimiento sólo repuntará hasta un modesto 1,3%. La mejor noticia es que la inflación se acerca a los niveles previstos y los tipos de interés bajan más deprisa en la Unión Europea que en Estados Unidos.
Un año para vivir peligrosamente
La previsión económica es una tarea delicada en cualquier momento, y más aún durante un periodo de importantes turbulencias geopolíticas. Así ha sido durante los dos últimos años, pero el comodín para 2025 es la presidencia estadounidense.
Si el presidente Trump desafía las expectativas y aplica rápidamente aranceles generales a China, Canadá, México y la Unión Europea, todo lo cual ha amenazado con hacer, todas las apuestas están abiertas. De momento, los mercados esperan medidas más graduales y selectivas. El problema para las economías de todo el mundo es que la mente del nuevo presidente, sin limitaciones en el Congreso o por la necesidad de futuras campañas electorales, puede ser imposible de predecir.