Esto convierte a la empresa en una pieza “clave” de un sector que reportó 21.000 millones de dólares al Gobierno de Vladímir Putin, señala el comunicado. Shell ingresó en 2022 unos 5.400 millones de dólares en total con el comercio de GNL, según datos de la consultoría Bernstein. El estudio de Global Witness demuestra que un 8% del comercio de GNL de la petrolera se originó en Rusia, lo que significa que es probable que “se haya beneficiado con cientos de millones”. Además, según la ONG, Shell estuvo entre las cinco primeras empresas que vendieron GNL ruso el año pasado, mientras que Rusia es uno de los cinco principales países de los que Shell obtiene el gas natural licuado que comercializa.
El comercio de GNL ruso sigue siendo legal, a diferencia del petróleo, y la compañía ha justificado sus operaciones allí con el argumento de garantizar la seguridad energética de Europa. Sin embargo, el análisis de Global Witness revela que un 58% de sus exportaciones de GNL ruso se destinó a Asia.
Jonathan Noronha-Gant, portavoz de la organización que lucha contra la corrupción, esto “destruye por completo el falso argumento” de que el gas ruso es necesario para mantener la seguridad en el suministro de energía al continente europeo. En marzo de 2022, Shell se comprometió a abandonar gradualmente todos los hidrocarburos rusos pero avisó de que dejar el gas llevaría más tiempo por esa necesidad de abastecer a Europa. En abril, la compañía informó de que ha “detenido las compras puntuales de GNL ruso, pero aún mantenía algunos compromisos contractuales a largo plazo”.
En el comunicado de Global Witness, Oleg Ustenko, asesor económico de la presidencia en Ucrania, declara que beneficiarse del comercio de GNL ruso es “dinero con sangre”. “Es simple: al continuar comerciando con gas ruso, Shell está poniendo dinero en el bolsillo de Putin y ayudando a financiar la brutal agresión de Rusia al pueblo de Ucrania”, afirma.