Hemos presenciado un descenso notable en la inflación, y aunque como en las dietas de recorte de peso, los últimos kilos son los más complicados de bajar.
Sin embargo, en términos generales, la inflación se ha acercado bastante al objetivo de los bancos centrales, hasta tal punto que se han podido permitir recortar los tipos de interés para evitar una desaceleración económica más aguda.
A esto se le suma un crecimiento del PIB sólido en Estados Unidos junto con la mayoría de resultados empresariales reportando muy buenas cifras que superaron con creces lo estimado por el mercado. Una resiliencia que, a diferencia de Europa, marca un terreno completamente divergente tanto en política como en macroeconomía y fuerza empresarial, es por ello que con el último catalizador del cuarto trimestre (victoria de Donald Trump) la fortaleza del dólar y perspectivas arancelarias podrían generar más y mayores divergencias en comparación con el viejo continente, que afronta grandes problemas en lo político y en lo económico, con un BCE presionado para seguir bajando tipos y escapar del entorno de crecimiento bajo o nulo, con dos de sus principales motores de la región (Alemania y Francia) enfrentando problemas estructurales que merman aún más las expectativas para 2025.
Europa deberá centrar sus esfuerzos en consolidar su recuperación económica, apoyándose en sectores tradicionales y estrategias pragmáticas para fortalecer su posición global. La necesidad de afrontar problemas estructurales, como el estancamiento económico en Alemania y Francia, será clave para desbloquear un crecimiento sostenido, es por ello que las reformas estructurales, cambios en la regulación e innovación y el papel del BCE serán determinantes para evitar una mayor fragmentación y estimular un crecimiento más equilibrado.
Es por ello que soy optimista en Estados Unidos y pesimista en Europa.
Las criptomonedas también han vuelto a brillar, principalmente gracias a la victoria de Trump junto a la renuncia de Gary Gensler de la SEC, lo que parece inducir a una narrativa pro-cripto en los mercados.
La pérdida de dominancia de Bitcoin (en relativo a altcoins) junto con la integración del estándar ISO 20022 como medio global de mensajería financiera han sido los principales propulsores del rally en altcoins, el cual se estima que pueda continuar en 2025 y con ello, una menor aversión al riesgo por parte del inversor, favoreciendo inversiones en activos de riesgo y aminorando la ponderación en activos defensivos o libres de riesgo.
Perspectivas 2025:
La política fiscal de Trump todavía está por verse y se deberá evaluar la envergadura y efectos en las empresas americanas, no obstante, a falta de ver cómo de tangible son estas medidas, las compañías más castigadas durante los últimos años, especialmente small y mid caps podrían salir favorecidas en un entorno de menor carga impositiva junto con tipos más bajos en la economía, además de algunas medidas de proteccionismo que podrían seguir impulsando la tecnología y la IA aplicada a diversos sectores. Esto se ha visto reflejado también durante estos últimos meses de 2024, con una mejora notable de la amplitud de mercado y un RSP (S&P 500 equiponderado) superando la rentabilidad del S&P 500 estándar en noviembre.
Es por ello por lo que estimo que en 2025 esta tendencia de compañías más pequeñas ligadas a la fuerza sectorial tengan un especial protagonismo y relevancia.
La innovación, tipos más bajos y mayor inversión corporativa impulsarán los mercados en 2025. El sector financiero también podría ser protagonista al jugar un papel clave en la concesión de créditos y líneas de negocio en inversiones, de hecho, el sector financiero en relativo al S&P 500 está marcando nuevos máximos anticipando este efecto, con lo cual, tecnología, banca y energía tradicional (Oil & Gas) serán los protagonistas.
Sin embargo, pese al optimismo de cara al nuevo año, es conveniente destacar que el tercer año de un mercado alcista tiende a ser notablemente más bajo en rendimiento general. Si a esto le sumamos el crecimiento YTD de 2024 supera los dos dígitos porcentuales de subida, se genera un punto de partida más exigente para la valoración de algunas compañías, por eso es tan importante fijarse en aquellas más rezagadas (small y mid caps) que no han tenido tanto peso en los últimos años y que podrían ayudar a compensar y equilibrar la exposición y el riesgo de carteras.
A pesar de todo esto, la perspectiva de una mayor productividad impulsada por la automatización y la inversión en IA por parte de grandes tecnológicas, junto con un escenario de apoyo a la inversión y tipos más bajos, puede ayudar a compensar parcialmente esa presión en las valoraciones a través de un mayor impulso al crecimiento e inversión, es decir, múltiplos altos no siempre significan correcciones, sino una gran expectativa futura de un crecimiento que podría seguir siendo protagonista, ya que los modelos de IA están mejorando a un ritmo muy acelerado a la vez que se vuelven más competitivos en precio. Esta nueva mano de obra de software podría aplicarse exponencialmente en diversos sectores, entre ellos salud y biotecnología también.
A todo esto hay que sumar un factor clave: la ciberseguridad.
La ciberseguridad será la clave también, ya que a lo largo de este año hemos presenciado algunos casos particulares, como la caída de CrowdStrike y las repercusiones que tuvo en el sistema operativo Windows, el cual puso en pausa al mundo durante algunas horas.
En un mundo de crecimiento tecnológico, IA e innovación, la ciberseguridad se vuelve la piedra angular para fijar bien los cimientos de cualquier organización tanto estatal como privada. Este factor pone de manifiesto que tanto los gobiernos como las empresas podrían tener un mayor interés y preocupación en la economía de la información y seguridad cibernética.
Conclusión:
En 2024 la palabra más popular ha sido “resiliencia”, y es que no es para menos, ya que ha sido un año marcado por diversos cambios estructurales y la consolidación de tendencias de largo plazo, principalmente en Estados Unidos y en Europa en algunos casos particulares. Aunque los dos continentes muestran notables divergencias, el viejo continente aún tiene oportunidades para despertar.