Su cara de buena persona no debe de engañar a sus enemigos políticos. Diaz es una vieja y experimentada comunista, harta de contemplar como sus compañeros de partido son capaces de apuñalarse una y otra vez hasta hacer inútil la existencia de corrientes ultras dentro del partido. Además, se puede decir que ella misma y su aventura “sumar” han nacido no sin grandes esfuerzos y dolores propios de un parto muy complicado. Tildada incluso de ser la niña bonita de Sánchez, lo cual no deja ¡de ser, en gran parte una verdad como un templo, pero que a su vez le ha podido dejar tiznada, para muchos de sus posibles votantes. Quizá por eso mismo, su pacto con Podemos contiene una cláusula en previsión de posibles escisiones y rebeliones en lo que será su grupo parlamentario tras los comicios del 23 de julio.
Así, el pacto contiene una clausula según la cual, la formación morada tiene derecho al 23% del dinero con el que se subvencionará al grupo parlamentario. Este dinero es el que se emplea en asesores y otras figuras para el funcionamiento de los partidos en el contexto del Congreso. Es decir, los cargos y los puestos a dedo. Así, Díaz se ha cubierto las espaldas y si Podemos, que no ha disimulado su descontento con el acuerdo —no se resignan a tragarse el sapo de prescindir de Irene Montero—, decidiera salir de la coalición, perdería esos ingresos vitales para su subsistencia con¡mo partido.
Aunque Sumar ha dejado claro que estas cláusulas antitransfuguismo son de obligado cumplimiento para todos los miembros de la coalición, a nadie se le escapa que están basicamente planteadas para atar en corto a Podemos, aún incómodo en el nuevo escenario del espacio a la izquierda del PSOE, en el que ya no son fuerza predominante y en el que la voz cantante la lleva Díaz y no Montero y mucho menos Iglesias o Echenique.
Por otro lado, también sirven para bloquear cualquier intento de las fuerzas regionalistas de ultraizquierda de la coalición (sobre todo los valencianos de Compromís) de configurarse como grupo aparte si vinieran mal dadas en la próxima legislatura. Además de estas cláusulas para garantizar que nadie hace movimientos sospechosos en el seno de lo que será el Grupo Parlamentario de Sumar, el documento ya registrado por la coalición liderada por Díaz también deja claro como será el funcionamiento interno del grupo, las portavocías y la deliberación del voto.
En definitiva, todo parece indicar que los morados se han quedado sin un solo milímetro de margen de maniobra más allá de los lamentos públicos por la muerte política, que significa ingresar bajo el paraguas de Sumar.