The Economist ha publicado esta semana un extenso análisis sobre la política exterior de Pedro Sánchez en el que cuestiona la eficacia de su estrategia de confrontación abierta con Donald Trump. Bajo el título «Conoce al líder de la resistencia europea contra Trump», el semanario sostiene que la línea «anti-Trump» que ha adoptado el presidente del Gobierno ha acabado debilitando el peso del país en los foros internacionales más relevantes, hasta el punto de dejarlo fuera de decisiones clave.
El texto recuerda como símbolo de ese aislamiento la exclusión de Sánchez de la cumbre celebrada en la Casa Blanca el pasado 18 de agosto para abordar la guerra en Ucrania. En esa reunión sí participaron los máximos líderes de Reino Unido, Francia, Alemania, Italia o la propia Comisión Europea, además del presidente de Finlandia, un país con una población ocho veces menor que la de España. Para la revista, el gesto fue interpretado en Madrid como un duro revés diplomático que refleja el distanciamiento con Washington y, en particular, con el presidente Trump, que mantiene una marcada animadversión hacia Sánchez.
El semanario repasa también los choques que han marcado la relación entre ambos. España fue el único país de la OTAN en rechazar de forma frontal la propuesta de elevar el gasto en defensa hasta el 5 % del PIB, una exigencia que el Gobierno español calificó de «incompatible con nuestra visión». Aun cuando Sánchez prometió un aumento hasta el 2,1 %, la publicación recuerda que el gesto dejó en evidencia a Madrid frente a sus aliados, alimentando la idea de que España no es un socio fiable en el terreno de la seguridad colectiva. A ello se suman las críticas de Sánchez al marco regulador digital de Estados Unidos y su defensa de una mayor intervención europea para controlar a las grandes plataformas tecnológicas, así como sus discursos en América junto a líderes como Lula da Silva, donde cargó contra lo que calificó de «alianza internacional de la extrema derecha y los oligarcas». Para The Economist, este alineamiento le ha ganado simpatías puntuales pero ha despertado recelos tanto en Bruselas como en otras capitales, donde no ven a España como un actor capaz de liderar un frente común contra Trump.
La conclusión de The Economist es clara: España tiene pleno derecho a plantar cara al trumpismo y a defender los valores europeos, pero hacerlo en solitario convierte ese esfuerzo en «fútil». La defensa de principios, señala, exige también una labor de construcción de coaliciones que, por ahora, Madrid no ha logrado. El resultado, resume el semanario, es que Sánchez encarna hoy más que nunca la «soledad de España».