Todo ello se agrava, según ‘The Economist’, cuando se suman los acuerdos parlamentarios con EH Bildu, partido al que presenta como «el sucesor del brazo político» de ETA.
No obstante, la firma británica admite que Sánchez ha mejorado el clima en Cataluña. Reconoce que «ha enfriado el conflicto» y destaca que, aunque la mesa de diálogo ha tenido poco efecto, ha mantenido el contacto entre las distintas sensibilidades.
Subraya que el PSOE ganó las últimas elecciones autonómicas y, gracias a ello, fue el partido en el que se apoyó ERC para gobernar la Generalitat de Cataluña. Destaca también que ha recuperado la alcaldía de Barcelona después de que En Comú Podem y PP facilitasen la investidura de Jaume Collboni.
Sin embargo, asevera que «Cataluña es una de las razones por las que Sánchez podría estar buscando un nuevo trabajo pronto». «Muchos consideran que las concesiones realizadas por Sánchez son imperdonables», prosigue el texto, que apunta a los indultos a los dirigentes del referéndum unilateral de independencia de 2017, la derogación del delito de sedición y la reforma del delito de malversación para rebajar las penas cuando no hay lucro personal.
«La justicia a la carta para los separatistas duelen a aquellos que todavía tienen heridas abiertas por el referéndum. Todo esto tiene peor pinta cuando se le añaden los pactos ocasionales de Sánchez con los diputados de EH Bildu, el sucesor del brazo político de ETA, un grupo terrorista vasco que mató a cientos de personas en su campaña por la independencia», apostilla el artículo del que se hace eco Servimedia.
Más allá de los acuerdos parlamentarios con los partidos secesionistas, ‘The Economist’ reconoce también a Sánchez la mejora de la economía desde su llegada a La Moncloa. En este sentido, afirma que, pese a que el PP asegure siempre que España fue el penúltimo país de la Unión Europea en recuperar el PIB prepandemia, la recuperación económica ha sido «adecuada» en términos temporales.
Asimismo, recalca la buena evolución de la inflación y también del desempleo, que es «alto» en comparación con el resto de Europa, pero «bajo» en términos históricos.