En uno de sus artículos, el periódico inglés detalla el registro de la casa de Ábalos y señala que «el destino político de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, podría depender de un desayuno para perros», en alusión al disco duro que entregó Ábalos a escondidas a la modelo que lo acompañaba y la cual salió a ‘pasear al perro’, a la que el medio londinense señala como «actriz porno de 32 años», cuyo caso «alimenta un escándalo que involucra prostitutas, mentiras y acusaciones de corrupción al más alto nivel del Gobierno».
Además, destaca que «para los aliados de Sánchez, la vergüenza por la magnitud de los sobornos denunciados se agravó con la filtración de grabaciones en las que Ábalos y Koldo García, su ayudante y también imputado por corrupción, hablan de prostitutas y describen en detalle los servicios y atributos de las mujeres».
The Times recuerda los escándalos que rodean a Sánchez, las grabaciones y los pagos, y, por ende, señala que «para permanecer en el poder depende de partidos catalanes, vascos y de la izquierda radical que, hasta ahora, han rechazado darle su apoyo por miedo a verse salpicados por más escándalos de corrupción, que se esperan ampliamente».
El periódico británico también recalca que la relación de Sánchez «con estos sospechosos, que niegan haber cometido delito, está ahora en el punto de mira». Y explica que «el presidente ha tratado de distanciarse de ellos, calificándolos de »triángulo tóxico». Sin embargo, alcanzó el poder en gran medida gracias a Ábalos y Cerdán».
The Times repasa los casos de corrupción que vienen ocurriendo desde la semana pasada desde la publicación de las grabaciones y afirma que Sánchez defiende que «es víctima de una campaña de desprestigio promovida por la oposición, los jueces y los medios de comunicación». El artículo publicado en el prestigioso medio londinense termina igual que empieza: «Sánchez está hundido y debería dimitir».
Por su parte el semanario económico The Economist ha lanzado una dura crítica contra el presidente del Gobierno español, acusándolo de estar «herido» por los recientes escándalos de corrupción que salpican a su entorno más cercano. El editorial, titulado «Corruption at the heart of his party wounds Spain’s prime minister», recuerda que Sánchez llegó al poder en 2018 gracias a una moción de censura contra Mariano Rajoy, provocada precisamente por una sentencia judicial que condenó al Partido Popular por corrupción sistémica. En aquel entonces, el líder socialista prometió una profunda regeneración democrática. Sin embargo, el actual contexto sugiere que Sánchez y su partido han cerrado el círculo y se enfrentan ahora a su propia crisis de credibilidad tras la publicación de un informe policial que vincula a dos de sus colaboradores más cercanos, Santos Cerdán y José Luis Ábalos, con prácticas corruptas.
Según The Economist, Santos Cerdán, número tres del partido en la jerarquía formal, era el verdadero jefe en la práctica. Cerdán no solo dirigía la estrategia interna y confeccionaba las listas electorales, sino que también marginaba a las voces críticas con el presidente. El informe policial lo acusa de gestionar sobornos por valor de 620.000 euros procedentes de contratos públicos vinculados a una importante constructora. A pesar de las sospechas que circulaban desde hace meses, Sánchez mantuvo su apoyo hasta el último momento antes de destituirlo.
El artículo también saca a la luz el caso de José Luis Ábalos, exministro y anterior responsable de organización del partido, hoy procesado por delitos de corrupción y señalado por presuntamente colocar a jóvenes acompañantes en empleos públicos ficticios. En unas grabaciones incorporadas al caso, Ábalos y su exasesor Koldo García —quien fue portero de un prostíbulo antes de convertirse en asesor político— aparecen comentando detalles sexuales de varias prostitutas. Para un partido que se reivindica como feminista, subraya The Economist, este tipo de escándalos representa una incoherencia especialmente grave.
Más allá de las cuestiones éticas, el artículo advierte del deterioro institucional que enfrenta el Gobierno de Sánchez. Su Ejecutivo, sostenido por una exigua mayoría que depende de fuerzas independentistas y nacionalistas, no ha conseguido aprobar unos Presupuestos Generales desde 2023 y ha evitado poner a votación un aumento en el gasto en defensa. El intento de presentar la crisis como un problema exclusivamente del partido ya no convence ni siquiera dentro del PSOE, donde algunos dirigentes temen que nuevas revelaciones coincidan con las elecciones autonómicas previstas para dentro de dos años.
Aunque Sánchez mantiene su intención de agotar la legislatura hasta 2027, y de seguir impulsando su agenda progresista, el artículo concluye con una advertencia clara: el argumento habitual de que es víctima de una conspiración de la derecha ha perdido credibilidad, especialmente tras las investigaciones judiciales que afectan también a su esposa y su hermano. The Economist considera que el presidente podría enfrentarse ahora a su crisis más profunda. El temor a que el escándalo acabe por arrastrar al conjunto del Ejecutivo ha hecho que incluso dentro del PSOE se escuchen voces que piden elecciones anticipadas o una moción de confianza. Pero ninguna de las opciones, concluye el semanario, parece ofrecer una salida favorable.