No es necesario recordar que desde que Sánchez sustituyó a Rajoy la situación político/económica no ha terminado de salir del agujero en el que nos metió Zapatero y del que él presidente popular solo pudo lograr soluciones parciales, pero no definitivas. Si a ello se le suma el problema del Covid y todo lo que la pandemia conllevó, mas la guerra de Ucrania, hay que partir de la base de que gobernar bajo mínimos no es fácil, entre otras cosas porque requiere de una dosis de capacidades desconocidas para el presidente y su equipo, mas preparado para el trapicheo y la mentira que para gestionar un Estado lleno de dificultades por la propia situación de partida.
Solucionar los problemas del transporte o la vivienda requiere equipos no solo preparados, sino expertos y cualificados para plantear soluciones, muchas veces en contra de las tesis populistas de un gobierno de coalición en el que la política se impone a cualquier otro criterio sin pensar en las consecuencias económicas que ello pueda tener. No hay nada mas que ver el parche que hoy mismo ha puesto Sánchez al problema de la vivienda denunciado en las calles este fin de semana: un talón de 200 M€, como si eso fuese la solución.
Había que recordarle las promesas electorales que nunca han visto la luz, pero si han generado un déficit de vivienda barata imposible de corregir en muchos años. A ello hay que sumar el odio hacia el propietario de viviendas de alquiler que es objeto de todo tipo de ataques hasta que la única opción que queda es retirar del mercado sus propiedades y esperar a que la tempestad pase.
Así nos encontramos con un ministerio de transición ecológica que va en contra de los principios mas elementales de aprovechamiento de recursos, por el simple principio de que lo que importa es “lo verde y nada mas que lo verde”; las consecuencias de ellos es el caótico mix que nos lleva, como consecuencia de la guerra de Ucrania a que la factura sea impagable para miles de familias y un futuro energético bastante complicado.
En igual o peor situación se encuentra el ministerio de transportes con una apuesta por el ferrocarril o las autopistas que gestionado por incompetentes y amiguetes, ha terminado por arruinar algunas de las pocas cosas a que funcionaban como Renfe o Correos.
Y eso solo son pequeños botones de muestra de lo que es la España de Sánchez, ese mundo lleno de problemas que han credo ellos mismos con la creencia de que después los iban a solucionar, pero que en la realidad su desconocimiento y torpeza hacen que se vuelvan contra ellos mismos, entre otras cosas por algunos de ellos requieren actuaciones que los ministros que hoy ocupan esos cargos son incapaces no solo de tomar, sino tan siquiera de pensar.
Y a todo esto la administración de Justicia sigue a su ritmo sin que la estructura jurídica de Moncloa, el Constitucional de Pumpido. la Fiscalía General y la Abogacía del Estado consigan parar el tsunami legal que se le viene encima desde todas las esquinas.