Y aunque se busquen excusas, o al menos algunos traten de hacerlo, no las hay. Y no solo eso, sino que además todos los que de una u otra manera han propiciado esta situación son culpables y deberían de irse, aunque esto último no lo veremos, porque entre otras cosas es imposible.
Es imposible porque el primer y gran culpable es el mismísimo presidente del Gobierno que ha vendido su ética y su moral al sillón que le proporcionan los votos de los pro etarras de EH Bildu. Cuando Otegui decía aquello de “presos por presupuestos” nadie se podía imaginar hasta qué punto era verdad lo que el ex etarra le había sacado a Sánchez. Hoy lo sabemos y a muy pocos les gusta, pero eso es el sanchismo y su creador sigue en La Moncloa.
Y tan culpables como él líder socialista son todos sus corifeos que conocían la estrategia y con ellos, al menos los diputados populares que se dejaron engañar de una manera escandalosa e ignominiosa, de la que deberán dar cuenta a todos los españoles. ¿Porque, cuál es su trabajo? ¿Para qué se les ha elegido?
Si lo que hacen es tomar cervezas o vinos en el bar del Congreso durante horas y horas diciendo que trabajan mas valdría que se fuesen a sus casas y nos dejasen en paz de tanto rollo político y tanta tontería de oposición inútil e incompetente. Para ese viaje, como se dice vulgarmente no necesitábamos alforjas.
La demostración mas cruel, pero mas realista de que nuestra casta política es absolutamente prescindible ha sido retratadla por un sucio y misterioso acuerdo, de cuyos términos no tenemos noticia y que algún día se conocerá sacando a flote todas las miserias de una política que si es puro fango y de la que cuanto antes España debiera prescindir aunque cueste un esfuerzo especial de todos.
Pero lo mejor de todo es que tras el escándalo esta la realidad que nos lleva a la certeza de que sin malicia o con malicia, tal y como finalmente lo han hecho, la modificación hubiese salido adelante con los votos de la llamada mayoría progresista que sustenta a Sánchez en La Moncloa por lo que toda esta historia lo único que demuestra es que nuestra clase política es un tanto vagoneta, pero que lo es, por que las mayorías contra natura impiden un desarrollo normal y ejemplar de su día a día.