Por muy tentador que resulte intentar predecir el futuro basándose en lo ocurrido durante el primer mandato del magnate, hay que recordar que ahora nos enfrentamos a unas condiciones económicas y monetarias muy diferentes a las de 2016. El mercado laboral estadounidense es el más fuerte en décadas y está impulsado por un crecimiento salarial interanual del +4/6% en los últimos ocho trimestres, un ritmo notable que supera a la inflación y aumenta el poder adquisitivo de una amplia franja de consumidores estadounidenses. Al mismo tiempo, el empleo en edad de trabajar está en su nivel más alto de los últimos 25 años y no faltan puestos de trabajo vacantes.
En cuanto a la política monetaria, la Reserva Federal ha interrumpido su senda de recortes de tipos en respuesta a una inflación aún elevada y a un crecimiento económico sostenido, con los precios de los activos ahora en máximos históricos. Sin embargo, todos los sectores de la economía son ahora menos sensibles a las subidas de tipos que en el pasado, gracias a los bajos niveles de endeudamiento de los hogares estadounidenses y a la solidez de los beneficios empresariales en relación con el coste de la deuda. La Fed parece más centrada que nunca en la cuestión de la inflación, con el presidente Powell empeñado en defender los resultados que tanto ha costado conseguir, una economía en recuperación sin subidas generalizadas de precios. Contener la inflación, sin embargo, es también el reto más importante para el recién elegido presidente Trump, ya que es un tema muy querido por el electorado republicano.
Por estas razones, creemos que los tipos de interés deben subir antes de que puedan bajar, especialmente los tipos de interés a largo plazo. Un aumento de los rendimientos a largo plazo debería provocar el enfriamiento de los precios de los activos, la ralentización de la demanda y la caída de la inflación: esto podría significar un 2025 mediocre para la renta variable y el crédito, así como un entorno difícil para los rendimientos de los bonos.
En este escenario, en Payden & Rygel, hemos reducido nuestra exposición al crédito en general, estamos sobreponderados en bonos a corto plazo e infraponderados en bonos a largo plazo. Dentro del crédito, estamos adoptando una visión negativa sobre los sectores más vulnerables a la subida de tipos, como el inmobiliario comercial y el crédito al consumo. A día de hoy, los rendimientos globales de la renta fija siguen siendo saludables, pero los diferenciales se han estrechado y la volatilidad es demasiado baja, por lo que la selección de valores sigue siendo clave. Los activos de riesgo están muy valorados, lo que los hace algo más expuestos en caso de que la nueva administración y la Fed sigan priorizando la contención de la inflación sobre el crecimiento.