El PIB de la región creció un 0,4% trimestral entre julio y septiembre, dos décimas más que el trimestre previo, impulsado por el tirón del consumo -tanto privado como público- y por el despertar de la inversión productiva, que aumentó un 2% y venía de desplomarse un 2,4% entre los meses de abril a junio.
Los datos que ha hecho públicos Eurostat, confirman que las exportaciones descendieron un 1,5% antes si quiera de que Trump, que toma posesión del cargo de presidente este lunes, pueda cumplir sus amenazas arancelarias sobre la región. La rebaja de los tipos de interés y el ahorro embalsado durante los años de crisis permitió a los hogares gastar más.
Así, el consumo privado aumentó un 0,7% en la zona del euro de julio a septiembre (se había estancado en el segundo trimestre). Mientras, el gasto público se incrementó la mitad que el trimestre anterior, un 0,6%, con los gobiernos empezando a ajustarse el cinturón ante la puesta en marcha de las nuevas reglas fiscales desde el pasado 1 de enero.
La cara más positiva de la economía del euro la siguió ofreciendo el mercado de trabajo, que vuelve a mostrar signos de fortaleza pese a la incertidumbre global. El número de personas empleadas aumentó un 0,2% en el área en el tercer trimestre, cuando venía de crecer un 0,1% en el segundo, aunque no se produjo variación alguna en las horas trabajadas. Eurostat estima que en el tercer trimestre de 2024 había 219,2 millones de personas empleadas en la UE, de las que 171,0 millones estaban en la zona euro.
Este crecimiento algo mayor -aunque muy frágil- convive con una inflación ligeramente en aumento. La tasa anual de IPC del conjunto del área repuntó dos décimas en diciembre hasta el 2,4%, situándose un punto por debajo de la registrada un año antes por las mismas fechas. Los precios subieron con más intensidad por la presión al alza de los servicios, de los alimentos, el alcohol y el tabaco, y en menor medida por la de los bienes industriales no energéticos y la energía.
Pese a ese repunte coyuntural, el Banco Central Europeo (BCE) considera que, de momento, el proceso de desinflación «está bien encaminado», de modo que las preocupaciones por el aumento de los precios han cedido el testigo a la debilidad económica de la Eurozona. Más aún en un contexto en el que las tensiones políticas han aflorado a nivel interno en Alemania o Francia. Está por ver si la llegada de Trump y las nuevas medidas que pueda ir anunciando afectan en algo a la hoja de ruta del banco emisor, cuyo consejo de gobierno se reúne el próximo 30 de enero.