Por componentes, los servicios se encarecieron en marzo un 3,4%, frente al 3,7% en febrero, mientras que los alimentos, alcohol y tabaco subieron su precio un 2,9%, desde el 2,7% del mes previo, y los bienes industriales no energéticos mantuvieron su aumento en el 0,6%.
Los alimentos frescos elevaron su precio un 4,1%, frente al 3% de febrero. En cuanto a la energía, su coste registró un descenso del 0,7% en comparación con la subida del 0,2% de febrero. En lo referente a la tasa de inflación subyacente, es decir, la que excluye el impacto de los precios de la energía, los alimentos frescos, el alcohol y el tabaco, se moderó dos décimas, hasta el 2,4%, más de lo previsto.
Por países, Francia (0,9%), Luxemburgo (1,5%) e Irlanda (1,8%) registraron las tasas anuales más bajas. Por el contrario, las mayores subidas de precios se dieron en Estonia, Croacia y Eslovaquia (4,3% en todos ellos).
En su encuentro de marzo, el personal técnico del Banco Central Europeo (BCE) actualizó sus proyecciones macroeconómicas con una revisión al alza de la inflación. «La revisión al alza de la inflación general para 2025 refleja una dinámica más sólida de los precios de la energía». «La mayoría de los indicadores de inflación subyacente sugieren que la inflación se mantendrá en torno al objetivo de medio plazo del 2% fijado por el Consejo de Gobierno», explicaban. Así, prevé ahora una inflación general media del 2,3% en 2025, del 1,9% en 2026 y del 2% en 2027. Por parte, para la inflación subyacente, el organismo prevé que se sitúe de media en el 2,2% en 2025, el 2% en 2026 y el 1,9% en 2027.
El organismo reconocía que la inflación interna «sigue siendo alta», principalmente porque los salarios y los precios en ciertos sectores «todavía se están ajustando al aumento inflacionario del pasado con un retraso sustancial». No obstante, creen que «el crecimiento de los salarios se está moderando como se esperaba y las ganancias están amortiguando parcialmente el impacto sobre la inflación».
También hay que destacar las recientes declaraciones de Lagarde, quien ha admitido que, «en el entorno actual», es «imposible» que la inflación general se mantenga siempre en el 2%. «Nuestra meta es simétrica y trabajamos para lograrla en el medio plazo». Esta meta «nos ha resultado útil durante el reciente aumento de la inflación, ayudándonos a coordinar las expectativas y guiar el proceso de inflación hacia el 2%». Sin embargo, «esta formulación no implica que la inflación general se mantendrá siempre en el 2%, lo cual es imposible en el entorno actual. Significa que, independientemente de los shocks que enfrentemos, debemos definir nuestra política monetaria adecuadamente para que la inflación siempre converja de nuevo hacia el 2% a medio plazo», remarcaba.
Además, vaticinó que con los aranceles impuestos por el presidente de EEUU, Trump, las perspectivas de inflación se volverán «significativamente más inciertas»: a corto plazo, «las medidas de represalia de la UE y un tipo de cambio del euro más débil, derivado de la menor demanda estadounidense de productos europeos, podrían elevar la inflación en aproximadamente medio punto porcentual. El efecto se atenuaría a medio plazo debido a que la menor actividad económica moderaría las presiones inflacionarias».