En este contexto, Ipsos ha lanzado la segunda oleada de su estudio “State of Democracy”, que ofrece un análisis en profundidad de las percepciones sobre el sistema democrático en ocho países occidentales, entre ellos España. El estudio refleja que, a pesar de una ligera mejora desde el año pasado, los ciudadanos siguen mostrándose insatisfechos con el funcionamiento de la democracia en su país. En el caso de España, la mitad de la población (51%) se muestra descontenta, lo que le sitúa entre los países menos satisfechos de los analizados, con el mismo porcentaje que Italia, y solo por detrás de Francia (55%).
La evolución democrática de la sociedad española ha sentado las bases de un próspero sistema de bienestar, admirado en gran parte del mundo. Sin embargo, igual que ocurre en la mayoría de los países del estudio, el descontento de los españoles con la democracia ha aumentado en los últimos cinco años. 1 de cada dos personas en España piensa que el funcionamiento del estado democrático se ha deteriorado frente a un 17% que considera que ha mejorado.
Este descontento con el sistema se sustenta principalmente en la falta de confianza en los líderes políticos, la mayoría piensa que la clase política rara vez cumple con sus promesas, una percepción compartida por el 74% de la población española. Además, existe una percepción generalizada de que el sistema democrático beneficia principalmente a las élites económicas y políticas. España destaca como uno de los países en los que más se ha generalizado este pensamiento, un 68% así lo declara.
La insatisfacción general con el sistema democrático actual se traduce en la necesidad de cambios sistémicos, pero la urgencia de las distintas sociedades respecto a estas reformas es muy variada. Mientras que Croacia, Polonia, Francia e Italia expresan claramente el deseo de un cambio radical en el funcionamiento de su sistema político, Estados Unidos, España, Países Bajos y Suecia apuestan por reformas institucionales graduales. Los españoles se muestran divididos, por un lado, el 48% de la ciudadanía exige medidas drásticas y por el otro, un 42% prefiere cambios moderados.
En casi todos los países analizados la mayoría de la población percibe que su participación en la vida política no sirve para nada, un 40% de españoles así lo declara; Sin embargo, la mayoría sigue considerando que votar es crucial para facilitar el cambio, una idea compartida por el 71% de las personas en España. Los ciudadanos pueden ser escépticos sobre la forma en que funciona la democracia, pero siguen activos en las esferas política y social. Una proporción significativa de la población de España participa en actividades como firmar peticiones (33%), boicotear productos (27%) y expresar opiniones políticas en las redes sociales (24%), siendo el país donde más personas declaran hacerlo.
Los datos del estudio muestran como la gente se siente más satisfecha con el funcionamiento de la democracia a nivel local o regional que a nivel nacional o supranacional. Un sentimiento que se confirma en España, ya que, mientras un 36% cree que su gobierno local está actuando bien, esta percepción cae hasta el 27% respecto al gobierno nacional, una cifra compartida con el trabajo realizado por la UE.
En líneas generales, los ciudadanos perciben a la Unión Europea y a la OTAN como los defensores más eficaces de la democracia, con un apoyo cada vez mayor en la mayoría de los países. Polonia y Suecia, al estar geográficamente más cerca de Rusia, tienen opiniones particularmente favorables de la OTAN, en cambio, las opiniones sobre la alianza atlántica son más dispares en el sur de Europa, especialmente en España (21%) e Italia (17%)