«Estamos profundamente sorprendidos, y nuestras empresas califican esta decisión como inesperada y alarmante», lamenta la directora general de la patronal, Hermoso. Desde su punto de vista, el aumento de la tasa que soporta el acero del 25 al 50% supone, en la práctica, el cierre del mercado estadounidense para los productos siderúrgicos europeos.
Las empresas han estado moviéndose desde abril para rebajar en la medida de los posible el impacto del gravamen del 25% que, aunque con dificultad, permitía compartir el sobrecoste con los clientes. Bajo el nuevo escenario no sólo se han cancelado pedidos en curso, sino que el arancel del 50% ha pasado a aplicarse, incluso, a mercancías que ya estaban en tránsito. «El impacto económico es enorme. Hablamos de miles de millones de euros en pérdidas para la industria europea», advierte Hermoso.
Estados Unidos importa actualmente 27 millones de toneladas de acero al año, alrededor del 28% de su consumo. Es por ello que analistas como los de LinkSecurities ven «totalmente incomprensible» la medida, puesto que la primera economía del mundo sólo cubre con su producción propia aproximadamente el 50% de su demanda interna de aluminio y el 70% de la de acero.
La imposición de aranceles tiene otro efecto pernicioso sobre el que advierte la industria siderúrgica española: está provocando el desvío de flujos comerciales hacia el mercado europeo, con la entrada de acero desde terceros países, a menudo producido sin cumplir los estándares ambientales ni sociales que sí aplican los Veintisiete.
A nivel nacional el sector del acero genera 60.000 empleos directos y entre el doble y el triple indirectos, incluyendo logística, mantenimiento de fábricas. Es mas, el sector genera alrededor del 4,6% del PIB industrial, según datos del Ministerio de Industria y Turismo. España exporta más de 250.000 toneladas de acero al año a Estados Unidos, un material que el año pasado alcanzó un valor de mercado de más de 400 millones de euros. Desde UNESID recuerdan que la cuota de producción siderúrgica de la Unión Europea ha descendido del 21% al 6,5% del total mundial a lo largo de las dos últimas décadas, mientras que el consumo europeo de acero se ha mantenido estable. Por ello, reclaman a la Unión Europea y al Gobierno de España una respuesta inmediata y contundente, con ayudas directas para las empresas afectadas por el cierre del mercado estadounidense. El objetivo debe ser, además, proteger al acero europeo y a los fabricantes de primera transformación frente a las prácticas desleales y a la creciente presión derivada de la sobrecapacidad mundial.