Según un estudio elaborado por Synergie, cada empleado recibe una media de 120 correos corporativos diarios y un 10% revisa compulsivamente su bandeja de entrada, incluso fuera del horario laboral. A esta presión se suman 58 mensajes de chat enviados fuera de jornada, lo que genera un estado de alerta constante y dificulta separar la vida personal de la profesional.
Esto genera dos efectos. Por un lado, la fatiga mental y fenómenos como el ‘stresslaxing’ (querer relajarse, pero no poder) que limitan la recuperación del trabajador. Por otro otro, las empresas ven afectada su productividad y su capacidad para fidelizar talento. «Cuando el bienestar no se protege, aumentan los riesgos de ‘burnout’, desmotivación y rotación», explicaron los autores del estudio.
Algunas organizaciones ya están reaccionando con medidas activas: limitación de comunicaciones fuera de horario, programas de formación en gestión del tiempo y políticas de bienestar que priorizan el descanso. «Garantizar espacios reales de desconexión no solo es una obligación legal sino una ventaja competitiva. Allí donde los profesionales perciben que su salud mental es una prioridad, crece su compromiso y su permanencia en la compañía», indican.
Por último, en un momento en el que las fronteras entre vida laboral y personal se han vuelto difusas, la desconexión digital se perfila como una competencia estratégica, tanto para los trabajadores como para las empresas.