El único que le aguanta es el sargento Lewis, que con gran bondad pone al servicio de Morse sus intuiciones, aunque Morse le oculta la mayor parte de sus movimientos.
Morse recibe de su jefe un caso que otro inspector estaba trabajando, pero que ha muerto en un accidente de tráfico, se trata de la desaparición de una chica de la escuela local, Valery, atractiva y que no parece que fuera muy buena estudiante. Desde el primer momento el inspector piensa que la chica ha muerto, mientras que el sargento piensa que sigue viva, aunque ya han pasado dos años desde su desaparición.
El círculo que investigan es muy reducido, la madre de la chica y su padrastro, el director del colegio y su mujer, el subdirector que está soltero y un profesor de francés que está casado, que ha dejado el colegio y vive ahora en una población lejana. Todo va a girar en torno a este grupo y en el caso de que la chica está muerta, el asesino estará entre ellos.
Morse hace todo tipo de conjeturas, estudia todos los esquemas posibles y siempre tiene la sensación de que el caso está resuelto, pero nuevas pistas hacen que tenga que descartar el entramado que se había hecho y reconocer su error. A su vez Lewis, aparte de hacerle ver los errores al inspector, va aportando datos por su parte, pero no se avanza y Morse se desespera y considera su fracaso hasta decidir dejarlo todo, pero el sargento siempre le convence para que, siguiendo su propia filosofía, no abandone un caso hasta que no esté resuelto.
El lector va dando vueltas de un sitio para otro y siguiendo la maestría literaria de Colin Dexter dejándose engañar y pensando que las pistas son concluyentes, para poco después comprobar que los datos con los que se estaba jugando eran falsos. En su conjunto todo un juego en el que se pasa de la ilusión al desengaño.
Casi lo peor es lo poco amable que se hace la figura de Morse, pero es como si eso fuera lo que quiere su creador, que en algunos casos se haga hasta antipático.
Vista por última vez
Collin Dexter
Siruela, (2023)