La bajada afecta tanto a la vivienda de segunda mano, que retrocede un 4,9 %, como a la vivienda protegida, que cae un 12,6 %. En contraste, la vivienda nueva creció un 2,9 % interanual, confirmando su solidez dentro del sistema. Sin embargo, solo representa el 21,2 % de las operaciones del mes, y el ritmo de finalización de obra sigue siendo insuficiente para cubrir la demanda real. En varias provincias, la obra nueva ha subido hasta un 20 %, pero todavía supone menos del 10–12 % de las ventas anuales.
Las diferencias regionales son significativas. La Rioja, Castilla y León y Aragón lideran el crecimiento anual con subidas del 33,7 %, 11,3 % y 8,6 %, respectivamente, mientras que Asturias, Canarias y Murcia registran los descensos más marcados, con caídas del 23,2 %, 15,2 % y 8,2 %. Muchos mercados secundarios que impulsaron el crecimiento en trimestres anteriores comienzan ahora a notar el impacto de la falta de suelo, los cuellos de botella regulatorios y los retrasos en la entrega de vivienda terminada.
Solo el 6,6 % de las viviendas vendidas eran protegidas, y su volumen cayó un 12,6 % interanual, evidenciando que la vivienda social sigue perdiendo peso en la oferta nacional. A pesar de esto, la demanda se mantiene activa, apoyada por tipos de interés bajos (2,89 %), acceso al crédito y el regreso de compradores internacionales, especialmente en zonas costeras e insulares. En el primer semestre de 2025, las operaciones con extranjeros crecieron un 2 % interanual, reforzando la presión sobre la oferta disponible.
El mercado residencial español no sufre por falta de demanda, sino por la escasez de oferta accesible. Las previsiones para 2025 se han revisado a la baja: de más de 800.000 operaciones previstas inicialmente a un rango entre 650.000 y 750.000 compraventas. Mientras tanto, los precios seguirán en ascenso, con subidas proyectadas entre 5,9 % y 8 %, impulsadas por la competencia sobre un stock cada vez más limitado.