Como se explica en el informe sobre ‘Perspectivas mundiales de la vivienda y las hipotecas 2026’ elaborado por la agencia, la previsión de este próximo año para nuestro país «se ve influenciada por el positivo contexto macroeconómico, sumado a una fuerte demanda de vivienda (impulsada en parte por la inmigración), que prevemos que seguirá superando la oferta de vivienda y la actividad constructora». Además, «se prevé que el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) real supere al de sus homólogos europeos, mientras que el desempleo debería mantener su tendencia a la baja. Las limitaciones en la oferta de vivienda siguen siendo pronunciadas», añade el documento.
En cuanto a 2027, Fitch pronostica una leve desaceleración en el crecimiento de los precios de la vivienda, reflejo de «las presiones de asequibilidad, ya que el crecimiento de los ingresos de los hogares se queda atrás de la apreciación de los precios de la vivienda y las normas crediticias se vuelven más prudentes en algunos segmentos».
En cualquier caso, desde la agencia matizan que un deterioro macroeconómico repentino, un aumento brusco de los tipos de interés o cambios sustanciales en la oferta de vivienda podrían influir en estas previsiones. Respecto a la financiación bancaria para la compra de vivienda, señalan que, si bien la concesión de nuevas hipotecas residenciales por parte de las entidades financieras está en expansión, vaticinan que las entidades crediticias serán «más cautelosas, especialmente en mercados con indicadores de asequibilidad de vivienda ajustados, como las grandes ciudades y las regiones costeras». En este sentido, creen que la morosidad disminuirá a pesar del aumento de la proporción de préstamos de mayor riesgo. Así, estiman que la tasa de morosidad de las hipotecas residenciales en el sistema bancario disminuirá ligeramente, situándose entre el 1,75% y el 2,25% en 2026 y entre el 1,75% y el 2% en 2027. «Nuestra previsión se basa en la sólida dinámica del mercado laboral, la estabilidad de los tipos de interés y la escasez de activos de alto riesgo, como los préstamos a trabajadores temporales o los préstamos con un alto LTV».
Aunque la proporción de nuevas hipotecas con un LTV superior al 80% se ha duplicado en los últimos dos años, «impulsada por la presión de la demanda y las buenas condiciones económicas», consideran que esta tendencia se moderará a medida que los bancos comiencen a endurecer las normas de concesión de préstamos. «Un factor que mitiga la mayor proporción de activos de riesgo es el cambio estructural, ya que el 75% de los nuevos prestatarios optan por préstamos con tipos de interés mixtos, que comienzan con un tipo fijo antes de pasar a un tipo variable. Esto ofrece estabilidad y previsibilidad en los pagos», indican.
Como añaden, en este caso, el factor más influyente que podría alterar esta previsión de morosidad sería un deterioro inesperado de la tasa de desempleo: «El mercado está menos expuesto a cambios repentinos en los tipos de interés que antes, lo que refleja la creciente preferencia por préstamos a tipo fijo y mixto con un plazo inicial de hasta 10 años, en detrimento de los préstamos a tipo totalmente flotante».
