Ya se ha comentado también, por activa y por pasiva y en casi todos los medios de comunicación, al menos en los independientes que la ausencia de Sánchez en los funerales del papa Francisco es un error de tamaño colosal, pero, amigo, como decía un amigo diplomático, “maestros tiene la Iglesia y no la carrera”.
Pero volvamos al arte de la diplomacia. Sánchez y su ministrillo son muy libres de hacer lo que les parezca oportuno, en este caso, pero si selecciona a dos de sus vice-tontitas, debe se aleccionarlas y explicarles a que van a Roma. Su actitud ya comenzó a rechinar nada más llegar a Roma, y es que llamó la atención que, en el momento que visitaron el ataúd del Papa, ninguno de ellos se santiguó. Tan solo el Rey Felipe VI hizo este gesto de respeto ante el cadáver del pontífice, mientras que los ministros, todos con relaciones personales en el ámbito del catolicismo y algunos de ellos incluso declarándose creyentes, no fueron capaces de persignarse.
Pero ahí no acaba el desastre de nuestra representación, ya que las dos vice-tontidas, una vez que asentaron sus posaderas en sus respectivos asientos y antes de la celebración de la misa en honor a Francisco, Díaz sacó su teléfono móvil para hacerse un selfi junto a Montero. Ambas, enlutadas y sonrientes, mostraron su mejor cara ante el móvil de Díaz para recordar ese momento. Se les olvidó, no obstante, que aunque la situación era ciertamente histórica, se trataba de un funeral por una persona que había fallecido. La autofoto, por tanto, estaba fuera de lugar, y más aún para dos vicepresidentas de un país serio –y mayoritariamente católico– como es España.
El comentario mas cariñoso en las redes se explica por si solo
«Dos chonis sin modales ni educación que se dedicaron hacer selfis durante el funeral del Papa».
Lo malo es que esto es lo que tenemos así que luego no nos quejemos si el Consejo de Ministros más parece un patio de verduleras que un lugar donde se discute el futuro de un pais.