Así se desprende de datos provisionales proporcionados por las comunidades autónomas al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Esos datos, a los que tuvo acceso Servimedia, indican que la media de superficie calcinada entre el 1 de enero y el 30 de junio del último decenio es de 36.877 hectáreas. Los mejores años fueron 2018 (9.746,27 hectáreas), 2016 (10.896,36) y 2020 (18.922,26), y los peores, 2022 (69.230,13), 2018 (60.533,45) y 2023 (59.952,11).
Hasta el pasado 30 de junio se registraron 2.856 siniestros forestales, de los que 939 fueron incendios (que arrasaron al menos una hectárea) y 1.917 conatos (con menos de una hectárea quemada). De las hectáreas arrasadas, que abarcan un 0,078% del territorio nacional, un total de 3.886,76 corresponden a vegetación herbácea (pastos y dehesas) y el resto a vegetación leñosa, concretamente 14.839,87 hectáreas de matorral y monte abierto, y 3.004,28 de superficie arbolada.
Por otro lado, el noroeste peninsular (Asturias, Cantabria, Galicia, País Vasco y las provincias de León y Zamora) concentró un 39,43% de los incendios y conatos forestales, mientras que el resto de los siniestros se reparten entre el área mediterránea, con un 30,88%; las comunidades interiores (concretamente, las provincias de las regiones no costeras, salvo León y Zamora), con un 29,27%; y Canarias, con un 0,42%.
En cuanto a la superficie forestal arrasada por el fuego, el 65,64% pertenece al noroeste; un 21,62% al área mediterránea; un 12,74% a las comunidades interiores, y un 0,01% a Canarias. La mayor cantidad de superficie arbolada calcinada por las llamas se produjo también en el noroeste (68,38%), por delante de las comunidades interiores (19,61%) y la cornisa mediterránea (12,01%).