El pasado 2 de abril, Donald Trump anunció el llamado “Liberation Day” y presentó un agresivo plan global de tarifas. La reacción no se hizo esperar: los mercados se desplomaron más de un 20 % en apenas cinco días. Asia fue la región más castigada, con las bolsas chinas sufriendo la mayor caída desde 1997.
Si alguien hubiese estado de vacaciones estos primeros seis meses y mirase solo los índices, podría pensar que ha sido un ejercicio aburrido. Nada más lejos de la realidad.
La posterior rectificación política permitió un rebote tan veloz como histórico. Este caso era muy diferente a crisis pasadas como la financiera de 2008 o la del COVID. No necesitábamos un cambio estructural ni una vacuna: bastaba con una rectificación. Y así ha sido.
La victoria de los conservadores en Alemania y el anuncio de un plan de gasto en defensa sin precedentes supusieron un cambio radical en la política presupuestaria germana. Este nuevo paradigma impulsó con fuerza a los sectores de defensa e industrial y reforzó la confianza en las bolsas europeas. Mientras Europa impulsaba su gasto militar, el contexto geopolítico se complicaba con el ataque de Israel a Irán, un hecho que en otras circunstancias habría hundido los índices. En concreto, esta reacción demuestra que el mercado está más fuerte de lo que parece.
El dólar se depreció más de un 13 % frente al euro durante el semestre, afectando directamente a las inversiones en divisas extranjeras. Este impacto fue especialmente notable en los principales índices internacionales: el S&P500 pasó de subir un 5,5 % en dólares a caer un 7 % en euros; el Nikkei japonés avanzó un 1 % en yenes, pero retrocedió un 5 % al convertirlo a euros; y el Hang Seng de Hong Kong ganó un 20 % en HKD, aunque en euros apenas sumó un 5 %. Por el contrario, Europa mostró un comportamiento más robusto: el Eurostoxx subió un 8 %, el Stoxx600 un 6,6 %, y el Ibex35 destacó con un notable +20 %, impulsado por el fuerte peso del sector bancario.
El petróleo cerró el semestre con un descenso del 9 %, situándose en 65 dólares, tras haber rozado los 80 dólares durante los picos de tensión en Oriente Medio. En contraste, el oro se disparó un 25 %, consolidándose como activos refugio, clave para los inversores.
Ya hemos visto los mínimos del año. Aunque la volatilidad sea la tónica dominante, creemos que los grandes movimientos ya se han producido. Correcciones del 5 % al 10 % son oportunidades para sumarse a la tendencia alcista.
El mercado sigue alimentando el optimismo apoyado en unos tipos de interés más bajos y en el avance constante de los beneficios empresariales. Sin embargo, no se descartan sobresaltos: un solo comentario inesperado, o un simple tweet, de figuras como Trump o Musk podría reactivar la volatilidad y poner en jaque la calma actual.