Las tasas de crecimiento de las tres principales clases de activos difirieron notablemente. Únicamente los depósitos bancarios mostraron un sólido crecimiento mientras que los valores (-7,3%) así como los seguros y pensiones (-4,6%) experimentaron importantes retrocesos. En conjunto, a nivel global, se perdieron activos financieros por valor de 6,6 billones de euros, con lo que el valor total de los activos financieros se situaría en los 233 billones de euros a finales de 2022.
Los hogares españoles, menos afectados
En el caso de los hogares españoles, la situación económica del país ha permitido contener el descenso, que se ha situado en el -0.3%, frente al -4.6% del conjunto de la eurozona. Los seguros y pensiones fueron la clase de activos que acusó mayor pérdida, con un -13,7%; también el mercado de valores sufrió un pequeño retroceso (-0,5%). Los depósitos bancarios, por su parte, experimentaron un crecimiento del 4,1%, solo ligeramente inferior al aumento del año anterior (4,4%).
A diferencia de las demás grandes economías de la zona euro, en España el idilio con los mercados de capitales durante la pandemia resultó más bien efímero: en 2022, los ahorradores españoles vendieron sus títulos (así como sus activos de seguros y pensiones), tras haber adquirido más de 70.000 millones de euros en los dos años anteriores. En su lugar, los nuevos ahorros -que cayeron casi a la mitad, hasta los 40.800 millones de euros- fueron canalizados hacia depósitos bancarios.
En comparación con el año anterior a la pandemia -2019- los activos financieros se mantuvieron un 11,2% más altos, pero solo en términos nominales. Los ahorradores españoles no han obtenido ganancias desde la pandemia; aun así, a España le ha ido mejor que a la mayoría de los demás países de la zona euro, que registraron un crecimiento real del -3,1%.
También en lo que respecta al pasivo, los hogares españoles volvieron a comportamientos previos a la pandemia. El crecimiento del pasivo volvió a ser negativo, con un descenso del -0,6%. El pequeño aumento del 2,0% en 2021 pareció ser un destello: en casi todos los años desde la crisis financiera global, los hogares españoles redujeron sus pasivos; como resultado, ahora son un 42,2% más bajos que en su cota máxima de 2008. Finalmente, los activos financieros netos se mantuvieron prácticamente planos (-0,1%), con un valor per cápita de 41.270 euros. Con este dato, España se ha mantenido en el puesto 21 de la clasificación de los países más ricos (activos financieros per cápita).
Tras el descenso de 2022, los activos financieros mundiales deberían retomar el crecimiento en 2023. Esto se sustenta sobre todo en la evolución (hasta ahora) positiva de los mercados bursátiles. En conjunto, se podría esperar que los activos financieros globales aumenten en torno al 6%, considerando también una mayor «normalización» del comportamiento de los ahorradores. Sin embargo, las perspectivas a medio plazo son más bien desiguales: no soplarán vientos de cola, ni monetarios ni económicos. Es probable que el crecimiento medio de los activos financieros se sitúe entre el 4% y el 5% en los próximos tres años, bajo el supuesto de una rentabilidad media en los mercados bursátiles.
El repunte de los tipos de interés también se dejó notar claramente en el balance de deuda de los hogares. Tras un aumento del 7,8% en 2021 de la deuda privada mundial, el crecimiento se debilitó significativamente el año pasado hasta el 5,7%. En conjunto, los pasivos mundiales de los hogares ascendieron a 55,8 billones de euros a finales de 2022. A medida que la brecha entre la deuda y el crecimiento económico se ampliaba hasta los 3,9 puntos porcentuales, la ratio deuda/PIB (pasivo en porcentaje del PIB) mundial se fue reduciendo significativamente en más de 2 puntos porcentuales hasta situarse en el 66,1% en 2022. Es decir, la ratio de endeudamiento mundial de los hogares ha vuelto a situarse aproximadamente en el mismo nivel que a principios del milenio, lo que supone un grado notable de estabilidad que no se ajusta a la idea generalizada de un mundo inmerso en el endeudamiento.
Sin embargo, se han producido cambios importantes en el mapa de la deuda mundial. En primer lugar, las economías avanzadas se caracterizan por la estabilidad. Por otro lado, la mayoría de los mercados emergentes ha visto aumentar bruscamente sus ratios de deuda en las dos últimas décadas.